Opinión

Esos protagonistas

Una de las cosas más hermosas, a la par que pedagógicas, son los mitos y leyendas. Vuelvo hoy a ellos, por ser dignos de ser recordados una y otra vez. Sobre todo en estos tiempos en los que la aventura se reduce a llevar pacientemente el sistema de vida impuesto por una pandemia que ha logrado derretir las alas con las que volábamos por la vida. Algo parecido a Ícaro con las suyas, aunque en su caso fue por querer acercarse al sol, y lo que vivimos, cada vez nos hunde más los pies en la tierra. La cultura está empedrada con estas maravillas, que tal vez, desgraciadamente en nuestros días, no se conocen bien, y sin embargo, forman parte importantísima de la historia del ser humano. 

¿Qué hubiera hecho éste, sin esos referentes, esos consejos que encierran para la vida? No quieras subir demasiado alto, porque la caída será más terrible. Hay que tener prudencia y escuchar y atender a los que saben, a los que han acumulado experiencias suficientes para poder enseñar. La experiencia no deja de ser sabiduría. Ícaro desoyó a su padre. Entre esos protagonistas que pueblan el acervo cultural, una de las figuras más bellas y tristes, ¿qué será que la belleza casi siempre lleva consigo el componente de la pena?, es la de Orfeo. Tal vez es imposible reflejar la angustia de lo irreparable, del no retorno, del final de la esperanza. ¿Se puede concebir la vida sin ella? Creo que no. 

Aquí nos encontramos con otra narración: la de Pandora, la mujer que fue dotada con todas las virtudes y mercedes que pueden conceder los dioses, entregados en una caja cerrada que no debería destapar nunca. Pero su curiosidad, según el mito, fue la que propició todos los males que padece el ser humano al desobedecerles y abrirla. Así, que, si es imposible tratar de reproducir los horribles dolores que invadieron el corazón de Orfeo, tal vez quien se acercó a ellos y casi transmitió directamente al ánimo de los espectadores, fue el director francés, Marcel Camus, en aquella película de 1959 titulada “Orfeo negro”. En medio de un torbellino de música, baile, y colorido, en pleno carnaval brasileño, nos enseñó lo que significa el infierno, el destino, el miedo, y el dolor inmenso de la pérdida del ser más querido, por un involuntario olvido. Orfeo pierde a Eurídice para siempre y ahí se acaba todo para él. Ya no queda lugar para querer vivir.

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