Opinión

Extremidades inferiores

De continuo vemos en farmacias y otros comercios menos especializados, auténticos muestrarios de artículos para remediar el dolor de pies, o para facilitar su acomodo al calzado. El que más y el que menos lo padece y se lamenta, y al llegar a casa en lo único que piensa es en descalzarse y sentarse, o directamente meterlos en un baño caliente, con sal, que es el remedio casero que nunca pasa y que se mantiene firme en el tiempo. Claro que, afortunadamente, para aliviar esas molestias están los tenis, ese invento maravilloso que hace que andar sea mucho más confortable y que son fabricados para todos los gustos, en formas y colores. Conquistaron el mercado hace mucho tiempo, y aunque todos los años las modas traen maravillas en cuanto al calzado tradicional, generalmente lo que se ve en la calle es el plano, siempre más cómodo y práctico.

Y cito este problema bastante doloroso, que aqueja a una gran mayoría de personas, inspirada por un descubrimiento que hace que el humano tenga que agradecer infinitamente que la evolución siguiera su curso sin detenerse, y que sólo le dejara dos extremidades inferiores, que, por supuesto, hay que cuidar con el máximo esmero, para mantenerlas en el mejor estado. Todo exceso es malo ¿o no? Y vamos con lo que nos ocupa queridos lectores: abróchense los cinturones, porque los científicos han encontrado el milpiés más grande de todos los tiempos. Y si los pequeños se asustaban al encontrarse con aquellas minucias llamadas ciempiés, figúrense ver uno vivo del tamaño de un coche, que es el fenómeno al que me refiero, y el equivalente en cuanto a la medida que señalan los expertos.

Este fósil, hallado en una playa de Inglaterra, parece ser el más antiguo que habitó la tierra, hará unos 326 millones de años, en el periodo carbonífero, o sea 100 millones de años antes de la llegada de los dinosaurios. También enormes, y con un poderío extraordinario, aunque se arreglaran con menos medios físicos para buscarse la vida. Y es que, no hace falta llegar a los extremos para valerse, porque la tierra, como madre, provee de alimento a grandes y pequeños. ¡Cuántos misterios hubo y cuántos misterios hay, todavía en ambos casos, por descubrir! Y uno piensa la suerte que tuvo la humanidad, porque si la naturaleza la hubiese hecho todavía más compleja de lo que es, ¿habría llegado hasta aquí?

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