Opinión

Genialidades

Es raro imaginar, aunque todo puede ser, que un genio carezca del sentido del humor, precisamente porque el humor es indicativo de inteligencia, lo que no quiere decir de simpatía o humanidad. Todos sabemos que algunos de estos genios dejaron morir a sus hijos de hambre, mientras ellos gozaban de una fuerte economía. Pero bueno, ahora no vamos a entrar en esos jardines. Si usted se interesa en todo lo que se cuenta y se escribe de muchos de estos superdotados que fueron, encontrará miles de anécdotas atribuidas a ellos, que ciertas o falsas, forman un mundo de gracia, ironía y genialidad. Tenemos una muy famosa, que se atribuye a D. Jacinto Benavente, del que se decía que era muy temido por tener una lengua muy afilada, y que es un claro ejemplo de doble lenguaje utilizado sólo por quien sabe, y no siempre bien captado por el que escucha.

Ante tal insistencia y con simulada humildad, el escritor inició su charla ante las damas: “Estoy muy nervioso, porque es la primera vez que hablo así, sin preparar nada, a tontas y a locas...”

El caso es que Benavente era requerido insistentemente por unas señoras que lo instaban a hablar en su club femenino. Ante tal insistencia y con simulada humildad, el escritor inició su charla ante las damas: “Estoy muy nervioso, porque es la primera vez que hablo así, sin preparar nada, a tontas y a locas...”. Sobre este autor se cuentan muchas improvisaciones geniales, como aquella en la que le dijeron que un tal fulano, también famoso en su tiempo, hablaba muy mal de él. A lo que el dramaturgo contestó “pues no sé por qué habla mal de mí, porque nunca le hice un favor”. Una respuesta con la que se podrían escribir varios editoriales.

Hoy en día hay quienes piensan que el ser humano ya no es servil, sino esclavo de la tecnología que cada día invade más la vida, aceptada con beneplácito y por unanimidad

También se cuenta que el gran pintor impresionista Jean-Louis Forain era un enconado enemigo del teléfono, y al saber que su amigo Edgar Degas había contratado el servicio telefónico, se reía e ironizaba sobre Edgar, y lo comparaba como un criado que acudía con rapidez servil, al sonido de una campanilla. Hoy en día hay quienes piensan que el ser humano ya no es servil, sino esclavo de la tecnología que cada día invade más la vida, aceptada con beneplácito y por unanimidad. Porque renunciar a ella es apartarse del mundo y aislarse sin más comunicación que con uno mismo.

Pero sigamos con lo nuestro. Un día, una empleada de Picasso, le advirtió sobre cuadros que tenía arrumbados en una habitación poco protegida. Picasso le respondió que no se preocupase, que no estaban firmados. Lección magistral sobre lo que vale y lo que cuesta el arte.

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