Opinión

Han matado a un niño

Anda nuestro pequeño mundo desnortado ante la trágica muerte de un niño. Noticia terrible que la conciencia se niega a asumir. Matar a una criatura es contra natura, una aberración, un desvarío que conmueve los cimientos de una sociedad que podría creerse alegre y confiada. No se encuentra explicación lógica, racional, para casos tan estremecedores. Toda muerte por violencia se sale de los cánones que marca la razón. Existe la sensación un tanto generalizada de que la furia gratuita, últimamente tiene patente de corso y puede pasearse libre en busca de sus víctimas, sin que tales acciones se enfrenten a sus consecuencias. 

Parece como que la impunidad fuese ley. La ley de la selva. Lo ha declarado abiertamente y sin remordimientos un presunto asesino. Y ante eso, el ciudadano medio es consciente de que si se defiende dentro de su propio hogar, lo pagará caro. Los medios de comunicación invaden las casas aterrando a sus moradores con listas interminables de personas desaparecidas, de cuerpos encontrados en circunstancias que ni los escritores del género policiaco pueden imaginar. Tiemblan las paredes y las noches se revelan alertas. Las personas mayores tienen miedo. Muchas de ellas han sido, o son, apaleadas o muertas, por gentes que buscan la miseria de unos euros fáciles de gastar. La publicidad habla de medios de seguridad, blindajes, alarmas… 

En fin… Hoy ha sido un niño, pero hay muchos niños de los se ignora el paradero y no se habla de ellos. ¿Dónde están, qué fue de sus vidas? Sólo permanecen vivos en los suyos, en los que riegan con llanto silencioso la esperanza. Los pisos son ocupados sin que los dueños puedan recuperarlos, es como si la propiedad privada ya no fuese tal. Las denuncias de los padres maltratados, contra sus hijos maltratadores, crece. Y los progenitores son penados por un simple cachete a sus retoños que asoman tempranos al exceso. Todo ello parece una exageración, y tal vez lo sea, pero es lo que se percibe. Afortunadamente, todavía existe en grandes dosis la cordura en el mundo juvenil y en el adulto. Gracias a ella el mundo sigue. Pero, ¿no es verdad que todo discurre como al revés? ¿Siempre fue así, o los nuevos tiempos transforman a las sociedades en un alarde de individualismo en el que el yo, no reconoce ya al nosotros? De ser así, el futuro se verá con un grave problema.

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