Opinión

Insomnio

El insomnio es un grave problema que padece gran parte de la población. El diccionario lo describe como: “La falta normal de sueño y dificultad para conciliarlo que se sufre en el momento en que corresponde dormir”. Es lógico suponer que esa falta de descanso puede ser provocado por diferentes causas en las que no vamos a entrar porque es espacio vedado a la ignorancia y cuestión reservada a los profesionales de la medicina y cuidadores de la salud. 

Pero sin llegar al insomnio crónico, muchas personas, alguna vez, queridos lectores, han pasado una noche en vela sin saber, o sí, lo que producía el fenómeno. Y es que el ser humano es fuerte, pero también vulnerable. El insomnio según cuentan quienes lo sufren, es un padecimiento que se alarga en el tiempo oscuro. Cada uno lo lleva como puede. 

Pero, ¿qué pasa en esas noches en que las finas saetas del reloj se detienen en las pupilas que los párpados se niegan a velar? El tic-tac que marca la trayectoria nocturna continúa su camino hacia el nuevo día, ajeno a lo que deja atrás. Y a pesar de que la medida del tiempo siempre es la misma, para el insomne cada minuto es una hora y cada hora una eternidad. La noche se ralentiza, se enfría y se convierte en una amenaza desestabilizadora del sistema nervioso y emocional. 

El sueño se pierde entre los pliegues del cerebro, la conciencia y las sombras, sin que sea posible recobrarlo. Nada hay que lo alcance por mucho que se le busque. El sueño se burla, se escabulle, se escapa, juega a resbalar cruel sobre el ansia de la persona que se desespera en una lucha en la que él se sabe vencedor. Y el insomne trata de poner remedios que también se pierden entre las letras de un libro en las que no consigue concentrarse, la música que le llega a molestar, la leche caliente que no surte efecto, y por último, la dormidera televisiva que en su caso es contraproducente. 

Las cientos de recomendaciones que recibe por parte de amigos y familiares, llueven sobre papel mojado. Hay que cansarse mucho durante el día, repetir ejercicios fáciles e hipnóticos, concentrarse en un solo punto, dejar la mente en blanco, tomar determinadas hierbas… Pero el sueño se las sabe todas y, escurridizo, no se deja atrapar. No se le engaña fácilmente. El desvelo es algo cuyos efectos sólo sabe quién lo padece. Quién lo padece, la noche y el silencio.

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