Opinión

La mejor compañía

Estábamos todos alrededor de la mesa. Una mesa que, gracias como siempre a los anfitriones, estaba bien presentada y provista de cosas ricas y apetitosas de esa cocina casera que siempre apetece y nunca pasa de moda, a pesar de las nuevas viandas que hoy se ofrecen como bocatto di cardinale. Y lo son, por cierto. Pero dejemos que cada cual elija según su gusto. Sea como sea, alguien no se encontraba bien, sentía molestias estomacales, y dejaba pasar aquellas delicias, muy sencillas aparentemente, pero plenas de contenidos, sabores y abundancias. Esas comidas que acompañadas del vino “de la casa”, dejan felices a quienes las degustan. 

Todos compadecían al amigo quien por la citada circunstancia no tomaba parte en la colación, sabido que siempre disfrutaba como nadie de esas reuniones culinarias. Pero no soy justa al decir, puesto que esas reuniones son el auténtico placer del encuentro, de la buena conversación, de sentirte como en casa propia rodeada de amigos que lo son, y que te demuestran cada día que están ahí para lo que necesites, siempre a tu lado. Cada cual le invitaba a probar una cosa u otra, e incluso se le aconsejó acostarse un rato. Pero el inapetente se negaba a dejar el grupo. Lo que quería era estar allí con todos los demás, ser coparticipe de los temas generales que se trataban, en los que todos contábamos nuestras experiencias, alegres o tristes, o ante cualquier cosa que surgiera y sobre la que dábamos libremente nuestra opinión, que de costumbre terminaba con unas risas marcadas por el buen humor. Uno de los presentes le preguntó cómicamente qué se sentía al estar así, sin probar bocado ante el menú que se brindaba tan generosamente al paladar. 

Bueno, dijo que se reservaba para el siguiente. Ahora se lo estaba pasando muy bien. Y como era de esperar, habían salido salir a relucir toda clase de tisanas. Lo cierto es que estés en condiciones pasajeras o no, si tienes junto a ti el cariño, el afecto, la amistad, y a ser posible a tus seres queridos, raramente te sentirás mal del todo siempre que la dolencia no sea grave, y aún así, el amor que recibas hará el sufrimiento no más fácil, pero si más llevadero. La familia, la amistad, son alivio, ayuda, ánimo, consuelo, y el bálsamo que en algunos momentos todos necesitamos para calmar el dolor y atemperar los latidos desbocados del corazón. 

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