Opinión

La verdad

Decía Oscar Wilde: “La verdad raramente es pura y simple”. ¿Qué es la verdad? Algo mucho más complejo de lo que se pueda imaginar. Un mismo caso visto por un grupo de personas es contado de tantas formas como testigos fueron. Ninguno miente, todos dicen la verdad, pero cada uno la percibió completamente diferente a la de los demás. ¿Dónde está la verdad? ¿Todos vieron el mismo caso? Sí, sin duda, pero el cerebro de cada uno de ellos lo interpretó distintamente. Este tema es sumamente interesante y atractivo, y por ello es algo muy recurrente en la literatura y el cine. ¿Cuántas películas se desarrollan con el testimonio encontrado de los testigos, incluso oculares? Parece como que la verdad tuviera los efectos de un prisma de incontables caras. 

¿Mienten entonces los ojos? Posiblemente sí, porque es fácil cegarse por los colores y los reflejos que emite el cristal. Aparte de que se dan circunstancias muy curiosas en las que, inconscientemente, o no, cada uno ve lo que quiere ver, oye lo que quiere oír, y entiende lo que quiere entender. Y esto, aunque no haya más intereses de por medio. Es más cómodo no enterarse, no ahondar, y se evitan problemas. Si hay intereses espurios, o por desidia indolora se acepta lo primero que se oye, entonces, en ambos acasos, el sentido de lo declarado adquiere tintes oscuros. Es todo tan enrevesado… ¿No lo creen ustedes, queridos lectores? ¡Qué difícil, retorcido y escurridizo es todo…! 

También hay quién prefiere el engaño, y el motivo puede obedecer, entre otros, a lo señalado por Ricardo Arjona: “porque una mentira que te haga feliz vale más que una verdad que te amargue la vida”. Casi todo el mundo se pronuncia lleno de razón y sin lugar a réplica, “yo sólo digo mi verdad”. Entonces, ¿cuántas verdades hay? ¿Y cuántas mentiras, en contrapunto? ¿O estas no figuran en el panorama? ¿Puede que estén tan fragmentadas que en fase de enajenación se hayan convertido en el producto de un sueño? Pero, no. No es posible. Todo ello tiene que estar ahí, como la noche y el día, como el calor y el frío, como el fuego y el agua, como el amor y el odio, como la tierra y el cielo. No habría mentira, si no hubiera verdad. A no ser, y esto es lo más terrible, que sea como escribió Albert Einstein una vez: “Vivimos en un mundo en el que la verdad es opacada por una realidad que no existe”.

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