Opinión

Metástasis

El título aparecido en las páginas de Sociedad en este periódico, La Región, me llamó la atención de manera especial: “Los tumores eligen a qué órgano irá la metástasis”. Los investigadores, siguiendo la teoría de la “semilla” y el “sustrato” dados a conocer por el médico británico, Stephen Paget, han llegado a la conclusión, dicho en lenguaje coloquial por mi parte, de que los tumores envían avanzadillas a los órganos que eligen, para que estos estén preparados para “acoger las células tumorales”. He ahí la metástasis. 


Cuando se leen cosas así, se piensa en el misterio que embarga el interior de los seres vivientes, los cuales ignoran absolutamente lo que ocurre dentro de ellos, y por lo tanto lo que nunca pueden prevenir. Me imagino algo así como si los emisarios siniestros, enviados en una misión de dolor, hiciesen un lavado “cerebral” a los órganos sanos, y estos respondieran a las órdenes recibidas al igual que auténticos autómatas, arriesgándose incluso a que la cirugía los elimine a ellos también.

Ante todo esto, no cabe más que pensar algo así, como si dentro de los mortales, existieran otras inteligencias superiores a la que rige la consciente, para determinar la suerte de la carcasa que asila nuestra vida, además de la misma. Inteligencias entre las que hay que contar a los anticuerpos, que parecidos a un ejército bien dotado de medios, defienden aguerridamente la salud de los males, menos de los sicarios cancerígenos que van solapados, y evitan enfermedades que sin ellos se declararían sin remedio. También respecto a ellos, habría que decir que posiblemente necesitan una agencia de intelección para detectar de y por dónde viene el enemigo y en qué lugar se ha de producir el enfrentamiento. Habría que hacer un homenaje a los anticuerpos. Que sería de la vida sin ellos. 


El centro de todo ser viviente semeja un campo de batalla en la que se resuelve a vida o muerte su futuro. Se desconoce aquello que se alberga y se pasa por la vida cómoda y despreocupadamente sin advertir peligro alguno hasta que éste se presenta. Igual sucede en el mundo de las plantas. Las vemos hermosas, vivas, frescas en su colorido, agradables y olorosas, pero ocultan la guerra sorda que se produce entre la vegetación por ocupar un espacio mínimo. Querido lector, disfrute de la vida, pero nunca se olvide de hacerse revisar.
 

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