Opinión

No es lo que parece

En situaciones comprometedoras suele decirse eso de “no todo es lo que parece”. No sé si se dice en la realidad ante las exposiciones espinosas de cierto carácter concreto, pero en cine y humor popular, es muy común escucharlo. Sin embargo, hay cosas, miles de cosas que no son lo que parecen. El mundo ofrece a nuestros ojos fenómenos que bajo su apariencia guardan lo impensable. Así, por ejemplo, tenemos en el desierto de Atacama, Chile, grandes bloques de piedra cubiertas de musgo, piedras de 3.000 hasta 5.300 años de antigüedad, llamadas yaretas o azorellas. Unas maravillas siempre a la mirada, pero sobre todo al entendimiento en cuanto se sabe que esos bloques no son de piedra, sino plantas sumamente longevas, que crecen compactamente con sus “ramas y vegetación asociada a vegetales y hierbas como el apio, cilantro, zanahoria, hinojo, y perejil, ya que pertenecen a la misma familia”, según la interesante información ofrecida por Ladera Sur. 

Pero no son lo que parecen, aunque semejen “cojines verdes y pequeñas flores amarillas”. Estos “cojines”, que pueden crecer 1,5 cm al año, se adaptan a los cambios más extremos y contienen muchas esencias deseables. Precisamente las particularidades de estas plantas, cuya antigüedad las convierte en tesoros de la naturaleza, ya que han resistido todos los peligros y avatares de los tiempos hasta llegar a nosotros, hoy, tristemente, las pone en peligro de extinción por habérselas extraído desmedidamente de la tierra. Cada vez quedan menos prodigios a los que de nada les valió resistir a través de glaciaciones, vientos y ardores solares…

Pero bueno, en definitiva, tal y como está el mundo, hasta la humanidad puede que esté en peligro de extinción. 

El consuelo es que a pesar de todo y que como se dice, puede que no sea lo que parece. Esto nos conduce a otro fenómeno como es la pareidolia. Rareza que nos hace ver figuras, imágenes o apariciones según su etimología, aunque la Real Academia no recoge el vocablo. Así, la pareidolia es eso tan fantástico con lo que vemos caras en objetos inanimados y todo aquello que muestre irregularidades sin cuento. O sea, que nos muestra lo que “no es lo que parece”. Pero esta es otra historia, que si les parece, mis queridos lectores, dejaremos para otro día, junto con el estudio del psicólogo y explorador del cerebro, Duncan Clarke.

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