Opinión

Ofensa al hambre

Una vez más los medios nos han regalado noticias ampliadas sobre la apabullante estética de la “Tomatina” de Buñol. Otras novedades periodísticas fijan su atención en la galopante necesidad de los inmigrantes en el mundo, y la huida del terror de miles de refugiados. Creo firmemente que esta huida es mucho más horrible que cualquier otra desgracia que afecte al ser humano, porque lleva implícito el miedo, la miseria, el rechazo y sobre todo: el desamparo. Por eso me llama poderosamente la atención que en estos tiempos que corren se encuentre tanto divertimento en el desperdicio de comestibles que pueden aliviar la penuria que recorre los caminos de la desesperanza. Asimismo opino personalmente, y que me disculpen los que opinan lo contrario, que la “tomatina” es una ofensa al hambre.

Se puede argüir que es un reclamo importante para el turismo que refuerza la economía del lugar. Y eso es lo que me produce escalofríos. Que semejante desperdicio de alimentos y de agua llame a la juerga de quien no padece ni hambre ni sed. ¿No habría otro método más racional y solidario de pasarlo bien, sin que te den un tomatazo en un ojo para que te rías a mandíbula batiente? ¿Será verdad que los seres humanos llevan en los genes un punto de masoquismo que los hace felices? Pero, ¿no sería más razonable que la fiesta se centrase en premiar al turista que comprase más kilos del rojo fruto, para mandarlos después a los que carecen de recursos? No. Posiblemente la cosa no tendría tanto éxito. Una lástima. Por lo que se seguirá año tras año despreciando lo que la tierra generosa da para sostener la vida. Porque no creo que se fuerce a esa misma tierra a que produzca excedentes sin cuento para darse el gusto de tirarlo después.

A mí, personalmente, repito, me duele el alma, porque intento ponerme en el caso del que pasa hambre. Qué raro es todo. Este año la “tomatina” batió su propio récord llegando al lanzamiento de 165.000 kilos de la fruta. Personalmente, también creo que se celebran fiestas en nuestro país, que son una demasía en cuanto al desperdicio de comida y de una suma crueldad con los animales. El divertirse es estupendo, y el crear riqueza necesario, pero puede hacerse con el disfrute de la degustación y la admiración de la naturaleza que nos rodea, si es que se piensa en los niños y se aspira a un futuro mejor.

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