Opinión

Parar los relojes

No conozco al autor del mensaje. Se hace llamar Fernando Gomollón, pero leo su escrito y lo reproduzco literalmente porque me ha emocionado en grado sumo: “Casi llorando en la consulta: un paciente con un trastorno mental que percibe que sus padres se hacen mayores y puede perderlos; mete los relojes en el congelador o, si puede, los atrasa… para parar el tiempo”. Necesita de sus padres, de sus caricias, sus cuidados y cariño. ¡Ay, los padres! ¿Quién puede dar más amor? Cuánto dolor y miedo a que falten. Cuanta vulnerabilidad y tristeza si llega el momento.

Y, en su entrañable inocencia, trata de parar los relojes, sin poder percatarse de que esas máquinas, invención humana, sólo lo miden y fraccionan en segundos, minutos, horas, algo que ni su propio inventor sabe lo qué es. Si fuese posible la magia de parar el tiempo, ustedes, queridos lectores, ¿volverían atrás en años, o instantes, para borrarlos o volver a vivirlos? ¿A qué edad regresarían para repetir la experiencia? Soy de la opinión que lo pasado, pasado está, y es creencia general que al echar la vista atrás, no puede reconocerse uno en aquella persona que fue. Queda lejos, y recordarla tal cual, es como ver una película en la que el yo presente, ya no es aquel protagonista, el actual es otro muy distinto. Puede que se recupere la niñez, porque la infancia siempre acompaña a lo largo de los años, pero si se pierde lo demás en la vorágine de la lucha diaria, en la que hay que desprender lastre, aprendemos que muchas cosas que creíamos indispensables no lo eran, solo conformaban el equipaje.

Parar el tiempo, sólo puede suceder en la fotografía, la pintura, el cine y la literatura, en una palabra, el arte. Es cosa de la imaginación que lo logra a través de una página, un lienzo… Es la historia de los pueblos o la historia personal de cada uno. De esta manera queda el tiempo retenido, hasta que los científicos, con sus descubrimientos, digan que lo han logrado, que dados los avances, todo es posible. Ojalá que para esa adorable criatura que intentó parar los relojes en la creencia de que así sus padres no morirán nunca, jamás se encuentre sola, y reciba todo el amor y cuidados que requiera. Y si es verdad que todos los días sucede un milagro, este sería imprescindible para que la esperanza no muera en la desilusión y las lágrimas de la inocencia.

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