Opinión

Pues sí, existe

Me encuentro a una conocida que parece muy decepcionada por el puesto en que ha quedado una tal Chanel: “No ganó”, me dice como si hubiese visto una desgracia múltiple. Me quedo un poco in albis. ¿Qué quieres decir? Y me cuenta y me da detalles de cómo fue aquello. Aquello era Eurovisión. Había oído últimamente mucho revuelo sobre ese nombre, Chanel, dimes y diretes en pro y en contra, como siempre, y me había preguntado a mí misma sin ayuda de nadie, ¿pero todavía existe eso? ¿Cuántos años hacía que no veía tal programa? Ni me acordaba. Y ahora volvía con toques de trompeta a despertarme, y a mostrarse más vivo que nunca.

¿Pero, dónde había estado yo? Está claro que fuera del mundo. Sin percatarme me había bajado de él, sin dar importancia a lo más importante: eso. Al parecer, y según intereses artísticos, durante los pasados meses el mundo se había subido a la cresta de Eurovisión. ¿Será verdad, contra todo pronóstico, que los fantasmas se manifiestan? ¡Y a estas alturas! Decepciones y alegrías. El no va más. Mi conocida seguía dolida. “No ganó Chanel”. Pero eso sí, según dijo, quedó en un puesto excelente, lo que quiere decir que va a bajar el pan. Trato de consolarla con mi filosofía barata de manual, “mujer, no es para tanto, créeme si te digo que fuera de la televisión hay vida, y que fuera de Eurovisión también la hay”. ¿Qué voy a decirle? Me responde que no la entiendo, y creo que no, que tiene razón. No la entiendo. Así que, no sé, no sé…

Pero voy a tener que echarle un vistazo para convencerme de su actualidad musical y bailable, luz y color, y así volver también a mis años juveniles. Tiempos ha, en los que Modugno, di Bari, Zanicchi, Cinquetti, entre otros muchos de diversos países, llenaban el mundo de inolvidables canciones. Sin gritos ni aspavientos, con sencillez y sin tanta “expresión corporal”. Ay, la edad que nos deja atrás. ¿Atrás? Y me pregunto de nuevo a mí misma sin ayuda de nadie ¿cómo será el asunto ahora? Me informo de en qué canal y a qué hora tuvo lugar la retrasmisión del evento, y prometo seriamente retroceder en el día y cazarlo en todo su esplendor. Mi conocida se va convencida, segurísima, de que la próxima vez que hablemos, yo compartiré su dolor. Pero la verdad, ignoro cuál será el momento de verlo, porque se me acumula el trabajo, y todavía tengo que fregar los platos.

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