Opinión

Entre la realidad y la ficción

El mundo por lo general parece un lugar bastante inhóspito si se considera como suele decirse, el campo de batalla en el que se desarrolla la lucha de cada día contra los elementos, las vicisitudes y uno mismo. Pero también es el escenario en el que se representan y cuentan millones de historias, y entre ellas, como pájaros, revolotean pequeñas anécdotas plenas de emociones. Así podríamos citar una de las versiones, vivida al parecer, por el famoso autor del “Principito”, Antoine de Saint-Exupéry, escritor francés. 

Se dice, leyenda o realidad, ¿quién sabe? que en una ocasión quedó perdido en pleno desierto. Sucedió durante la II GM en la que participó como piloto experto que era. Así, en la más terrible soledad, sin agua, sin medios, sin recursos, totalmente desfallecido bajo el sol ardiente, sin esperanza alguna de sobrevivir…, ante sus ojos febriles apareció un niño que le miraba fijamente. Un niño sólo, en aquel mundo de arena devoradora que, silencioso, con un ademán, le señalaba un camino a seguir bajo las estrellas. Extenuado, y sin fuerzas, siguió las indicaciones del pequeño, salvando así su vida. Supuestamente, ese niño fue el origen de “El principito”, uno de los libros más festejados de la literatura. 

Pero si curiosa es la narración, más increíble es la vida del autor, cerrada misteriosamente con su desaparición tras un vuelo de reconocimiento. El avión que pilotaba se estrelló en el mediterráneo, pero su cuerpo jamás fue recuperado. Un caso rodeado de interrogantes que nadie ha sabido responder. La siguiente y tierna historia, se atribuye al extraordinario autor de “La Metamorfosis”, Franz Kafka. Al parecer, un día que paseaba por Berlín, vio a una niña que lloraba desconsoladamente. Se acercó a ella y le preguntó cual era el motivo de su pena, a lo que la niña respondió que había perdido su muñeca. Kafka trató de consolarla y le prometió que trataría de saber de la desaparecida. Cito a la pequeña para el día siguiente, y llegado el momento del encuentro Kafka le entregó una carta en la que la muñeca le decía que no se preocupara por ella, que se había ido de viaje para ver mundo y que a la vuelta le contaría las maravillas vistas por las tierras visitadas. Kafka con su carta, logró que aquella niña triste volviera a ser feliz. Pequeñas cosas que se cuentan y que se non è vero è ben trovato. 

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