Opinión

Rejuvenecimientos

Juventud divino tesoro, cantaba el poeta. La juventud se cura con el tiempo, decía un experimentado. Cada cual opina como quiere, pero nadie quiere envejecer. La fuente de la eterna juventud se ha buscado incansablemente por el mundo adelante, para, en definitiva, ir a parar a los laboratorios. Cremas, pastillas, miles de ungüentos y masajes que salen al mercado cada año, forman un ramillete de recursos que se utilizan para retrasar las líneas en el mapa del tiempo, o por lo menos difuminarlas en lo que se pueda. Pero esas líneas que moldean los rasgos de la edad, son tenaces, y ahora la esperanza de encontrar el agua milagrosa se centra en los templos de la investigación a mas altos niveles, en los que se estudia el por qué sucede, y el cómo se puede revertir el fenómeno de la tan denostada vejez y las marcas que deja en la persona. 

Según se puede leer en “Stylist”, los científicos han conseguido “restaurar células de una mujer de 53 años al equivalente de las de una mujer de 23 años”. Por algo se empieza, y este resultado revolucionario en el campo de la ciencia, deja el camino libre para soñar quien así lo desee. Pero lo más interesante, lo más importante de este trabajo realizado por el Instituto Babraham en Cambridge, es que la técnica aplicada para el rejuvenecimiento, puede resultar un gran avance para los tratamientos en las enfermedades de la piel. Esa piel que afronta sola, en primera línea, los rigores de la vida, y que refleja incidencias, heridas incurables y desordenes de todo tipo, físicos y emocionales, para los que es difícil encontrar el linimento eficaz. 

Esa delicada y preciosa malla, suave y dura a la vez, que cubre el cuerpo, y sobre la que todavía se sabe muy poco. Y con este descubrimiento, que deja asomarse a un futuro más saludable, estético, y quién sabe qué más, urge que al mismo tiempo se emprenda la búsqueda de la ética, el pensamiento y la conciencia, para rejuvenecer este tiempo tan tristemente caduco que se escapa de la lógica, como el agua se escapa de una cesta. No se sabe en qué laboratorio pueden hacerse semejantes estudios en profundidad, pero el ser humano los necesita con desespero para arreglar una balanza totalmente desequilibrada, en la que hoy se sopesan interesadamente, valores, equidad y justicia, tan precisos para una sociedad medianamente sana. El tiempo dirá.

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