Opinión

Serafín Marqués Gil

En un mundo tan frío, violento, hipócrita y vacío como el actual, con los medios tecnológicos devorando intimidades, cercanías humanas y atención, mientras la palabra es apresada entre cables y filtrada a través de aparatos impersonales, la poesía puede ser uno de los cauces por el que se devuelva a las personas a su verdadero ser y las despierte para que vuelvan a sentir que están vivas, que no son unas máquinas más. Y en este caso, don Serafín Marqués Gil es el poeta ourensano, admirado y querido por todos los que le conocen. Don Serafín no necesita presentación, pero es bueno recordar que es licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, y Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, además de exalumno del Instituto Católico de París y del American Language Communication Center de Nueva York. Dedicó toda su vida a su ministerio sacerdotal y a la docencia, y actualmente es Deán-Honorario de la Catedral ourensana. Don Serafín es además escritor, dramaturgo y poeta que mereció, entre otros, los premios “Virgen de la Armada 2001” y el de Poesía “Cidade de Ourense”, 2005.

 El pasado día 21 se presentó en el Liceo su penúltimo libro, un poemario titulado, “María”. Y digo penúltimo, porque los amantes de la poesía esperan muchos más con su firma. Paso a paso, como un riguroso historiador, en esta obra el lector encuentra a María desde el principio de su existencia, la alegría de su maternidad, los avatares que acechan a su hijo muy querido, el sufrimiento de verle morir y el gozo de su resurrección. En definitiva, vida y muerte de María, y su gloriosa asunción a los cielos en el que se encontrará con su hijo. Don Serafín busca la trascendencia a través de la poesía al igual que el relato bíblico contribuye a la trascendencia de la figura de María. En el libro, con un verso fluido, claro y sencillo, pero profundo y sentido, el autor muestra y transmite su infinita devoción por la Virgen. Las palabras que componen la obra desvelan a sus lectores la certeza de que en ellas se entremezclan el amor por la madre tangible y la madre espiritual. Dos amores en uno, aunados por el recuerdo y la fe en un solo corazón. El emotivo acto, organizado por los Amigos de la Catedral, contó con la presencia de las altas autoridades eclesiásticas y la plena asistencia de público.

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