Opinión

Simplemente distinto

Cómo ha cambiado la vida en pocos años. Y ha cambiado en todos los aspectos, hasta el más mínimo. Por ejemplo, en la decoración de las casas. De las casas atiborradas de chirimbolos, y muebles tallados en recovecos, a las minimalistas de mobiliario liso en el que hasta las lámparas llevan el diseño de la desnudez. Casas generalmente simplificadas en las que se cuenta única y exclusivamente con lo necesario para vivir. Es una vida más sencilla, más libre en sus espacios abiertos y sobre todo más limpia, porque la limpieza es más fácil, rápida y cómoda. Son casas más prácticas que se adaptan a los tiempos que corren. Casas en las que se vive el presente, un presente rápido, como fugaz, porque nada tienen en lo que pararse. Casi se dirían que sólo son para dormir.

En ellas, y lo digo en términos generales, no hay lugar para el pasado y la añoranza, si no es con algunas y raras excepciones. En las otras casas, aún se conservan las figuritas, las fotografías que ocupan las superficies de los aparadores, los platos traídos de los viajes… Son los recuerdos que mantienen vivos los hitos familiares cada vez más lejanos y que lentamente se sepultan en el olvido, como las vidas de los ancestros que poco a poco se difuminan en el tiempo. Son casas más trabajosas, en las que no se tira nada, y en las que el bisabuelo sonríe desde alguna pared, dentro de un marco minuciosamente trabajado, en el que lucen adornos de todo tipo. Los caminos presentes son enormemente pedregosos, pero entre las piedras y las dificultades, no hay resquicios en los que algo llame la atención emocional y obligue a pararse y a pensar en...

Ya llega bastante con salvar los obstáculos y poder seguir adelante. Y cuanta menos carga interna y externa, mejor, porque la levedad ayuda a aligerar el camino si se quiere llegar al punto de parada. Nada en esencia es mejor ni peor, simplemente es distinto. Menos las modas, todo es diferente. Y digo menos las modas, porque con algunas variaciones siempre son las mismas. Y las que se han ido, parece que para siempre, con un toque aquí y allá, siempre vuelven. Las casas son como el teatro cuyos elencos los componían familias numerosas. Ahora la escena ha encogido, y las obras son monólogos o en todo caso diálogos entre dos personajes nada más. Son tiempos de gran abundancia y paradójicamente, de gran escasez.

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