Opinión

Síndrome de Stendhal

De todos es conocido el caso de Stendhal , sucedido en su visita a Florencia, concretamente en la basílica Santa Croce, quien ante tanta belleza artística, experimentó una emoción psicosomática tan intensa que enfermó de felicidad. Tal estado emocional produce turbación, elevado ritmo cardíaco, palpitaciones y sentimientos extraordinarios en individuos expuestos a obras de arte incomparables. El 22 de enero de 1817, el famoso escritor francés autor “Rojo y negro”, sufrió, o gozó, ese proceso emocional. Y ahora la neurociencia confirma lo que se ha dado en llamar el “Síndrome de Stendhal”. 

Por supuesto, no todo el mundo siente tan profundamente la esencia del arte, pero para los elegidos, el sentimiento que conmueve, queda en el recuerdo para ser revivido cada vez que se vuelve a contemplar lo que impactó en su momento. Hay obras que son auténticos imanes para los ojos que las miran. Sólo tres ejemplos: La Piedad, que se encuentra en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el David, otra maravilla de Miguel Ángel, sita en la Galería de la Academia en Florencia, o la escultura de la cabeza de la reina egipcia Nefertiti, que puede verse en el edificio neoclásico del Nuevo Museo de Berlín. Para quienes las admiran, es difícil apartar la mirada de ellas, porque siempre esperan algo, no se sabe el qué, pero parece que de un momento a otro se van a mover, a fijar sus pupilas en el visitante, a desvelarle algún secreto o misterio que se intuye en ellas. Dicen que no existe la perfección porque sería horrible. 

Pero, ¿qué imperfección hay en ellas? Están vivas, comunican, atraen, encantan, y el encantado no quisiera moverse de su lado en la esperanza de que de un momento a otro vaya a tener lugar algún prodigio. Pero el bedel le dice que ya se va a cerrar, o el guía de la excursión, que hay que emprender camino. Y se va con un vacío, como si dejara atrás algo de sí mismo, como que le hubiese sido imposible saber la clave de lo que ha visto. 

Y se promete volver a descifrarla. En estos tiempos que corren, las nuevas tecnologías brindan la posibilidad de examinar esas obras irrepetibles, milímetro a milímetro, con la ampliación que se quiera para captar fácilmente cada detalle que las compone. Es estupendo, pero no es lo mismo que estar frente a frente a ellas, que estar con ellas, y que te hablen y te hagan sentir.

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