Opinión

Sobre la madurez

Muchos científicos consideran que a la edad de 30 - 35 años, el ser humano llega a su madurez, al mundo adulto en el que está obligado a entrar. Y que, generalmente, en esos años, se asienta el sentido de la responsabilidad. Son edades tan difíciles o más estresantes que las anteriores, porque se da un salto a otra dimensión en la que la vida se presenta diferente, hay que tomar decisiones para consolidar a largo plazo. Por tanto, con esas decisiones, llegan más dudas e inquietudes. Sobre las “estaciones de la vida”, y sus problemáticas, el psicólogo Daniel Levinson escribe un interesante tratado en el que queda cristalino que nunca se deja de madurar. Y si usted, querido lector, se para a reflexionar sobre el discurrir de su propia vida, llegará a idéntica conclusión. 

Cada día se aprenden cosas. Las circunstancias a las que hay que enfrentarse, van conformando un conocimiento que nunca acaba, ya que las experiencias acumuladas son diferentes según el contexto y las condiciones en las que tienen lugar. En algunos textos sobre la música, por ejemplo, se dice que influyen en el sonido incluso las lámparas que cuelgan en los teatros. Y se asegura que estos, para que la sinfonía llegue a los oídos en su máxima “perfección”, deben construirse sobre lugares en los que haya una corriente de agua subterránea. Si para la música todo incide de manera tan decisiva, ¿qué será para la persona, si a cada paso se encuentra con las dificultades que ha de solucionar, y a veces sin saber a ciencia cierta, cómo? 

No es la primera vez que me paro a escribir sobre un tema tan apasionante, porque si se da oído a las personas mayores, todas suelen decir que nunca se aprende demasiado, que nunca se llega al culmen de la madurez, que a pesar de los años se sigue sin tomar plena conciencia de uno mismo. La historia de una vida encierra tantas cosas que se pierden en el tiempo, y la memoria no es capaz de retener. En el mundo, en general, sucede lo mismo. Cambian las épocas, los sistemas, las culturas, los pueblos, las generaciones, los nombres, y se eligen distintos caminos, para, al final, estar en el mismo punto de partida, con las mismas problemáticas, las mismas angustias, deseos y escenarios, aunque la escenografía difiera de la anterior. El mundo que nos lleva, a pesar de los siglos cumplidos, tampoco termina de madurar.

Te puede interesar