Opinión

Todavía queda corazón

Hay noticias que aunque pase el tiempo, no deben quedar en el olvido porque cada una de ellas es un auténtico tratado sobre humanidad, o deshumanización. Hace tiempo que una amiga mía se cayó y se lesionó seriamente, aunque por fortuna sin mayores consecuencias. Al momento de sufrir la caída, quienes pasaban en ese momento por el lugar del suceso, se detuvieron al instante, y trataron de ayudar cómo podían. Inmediatamente llamaron a una clínica cercana y a una ambulancia. Personas muy queridas y cercanas a ella, al ser avisadas, se hicieron cargo de todo y atendieron a mi amiga día y noche, sin separarse de su lado, tanto en la residencia, como en el domicilio de la afectada. 

Hablo de Ourense y de sus gentes, en este caso, ejemplares. Por lo tanto, hablo de atención, solidaridad, caridad, sensibilidad, generosidad y sacrificio, todo ello realizado desinteresadamente durante más de una semana, hasta haber solucionado los problemas más urgentes. En definitiva, hablo de corazón. No puedo dar nombres, aunque los conozco, porque mi amiga desea quedar en el anonimato, y tengo que respetar su deseo. 

Cuento esto, porque hace sólo unos meses, una persona se cayo en una calle de París, y desgraciadamente, murió congelada tras nueve horas sin poder moverse, tirada en el suelo, entre cientos de ciudadanos que pasaban a su lado, sin que ninguno de ellos se parase a preguntarle tan siquiera, si podía ayudarle. Se trataba de René Robert, un fotógrafo suizo de 84 años, ¡ay, la vejez!, famoso por haber inmortalizado a través de su cámara a muchas y grandes estrellas del arte. Nadie se paró, nadie le miró, nadie se acercó. Se sabe que son tiempos complejos, y que ayudar, hoy día, puede traer muchas complicaciones desagradables. Pero, si hay miedo, y es algo comprensible, ¿hubiera sido tan difícil, incluso anónimamente, llamar a la policía, a un servicio sanitario, a alguien que pudiera prestar un auxilio inmediato? No sé, cada vez estoy más confusa por lo que se ve cada día, por lo que sucede a gran y pequeña escala, por las noticias que llegan y comprobar en ellas, que pese al calentamiento global que dicen, cada vez hay más frialdad en el proceder del mundo ante sucesos que requieren al menos una mirada de compasión. ¿Se pierde la esencia que anima al ser humano? ¿Se pierde la perspectiva de lo que se es, o debería ser?

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