Opinión

Tomamos un café

Ha llegado el buen tiempo, de momento. El sol luce más dorado, empieza a calentar, y los seres vivos renacen con él. Es la naturaleza que sale de las sombras, la lluvia y el frío que la retenían, y como sus árboles se adorna con sus mejores galas para dar cuenta de que continúa viva y esplendorosa. Y sobre todo se manifiesta en la sonrisa humana ya exenta de mascarillas. Es un placer reconocer al amigo, a la compañera de profesión que trabajaba frente a uno, hace tiempo. Hay abrazos, encuentros, como si se hubiese estado en otro mundo con extraños que solo tuvieran media cara. 

Un mundo raro, temeroso, ajeno, como si el que conocíamos hubiese dado la vuelta y mostrase el negativo de sí mismo. Ahora vuelve, o quiere volver a su ser original, y se completa con las palabras que emiten los labios, más nítidas, más completas, sin muros de tela que las contuviese. Y en los paseos vuelan en el ambiente como mariposas de colores que expresan lo que el alma siente, y lo que la actualidad depara. Es la sociedad que está, siente, y comunica. Impuestos, guerras, gestiones, salud, enfermedades, fallecimientos, bienvenidas, nacimientos, invitaciones, “tomamos un café y te cuento”… La calle se fragmenta en ecos de frases sueltas. Es un puzle de tonos orales que nunca se completa. Es un rozar liviano y rápido por la frase de una conversación que se pierde en un instante, suplida inmediatamente por otra que puede ser solamente murmullo. 

Y dentro de los mil rumores, se oye algo más claro salpicado de aquí y de allá, mientras las gentes disfrutan ante un refresco en la mesa de una terraza. Los cuerpos también se desprenden poco a poco de las vestiduras que protegen de los rigores del invierno y llenan el espacio de toda clase de vestimentas alegres y coloristas. No hay normas y cada cual luce a su manera. Es el preludio del verano que flota en las telas, en las transparencias. Son los helados que se degustan, las ensaladas, las frutas frescas… Los proyectos de playas, de campo, de pensar en lo que hará falta a la hora de hacer las maletas... Sin olvidar visitar a la familia…, tan cerca y tan lejos durante los últimos tiempos… Es desear conocer otras tierras y otras gentes… Es el miedo al panorama internacional… Pero es, a pesar de todo, el resucitar de los sueños que procuran la esperanza, bajo un cielo más nuevo y más azul.

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