Opinión

Para que por favor me olvides

Seguramente muchos de ustedes recordarán aquella canción en la que se cantaba esta frase: “para que no me olvides, ni siquiera un momento...”. Y es que estoy convenido de que a nadie le gusta eso de ser olvidado. Es mas: en mi vida me ha sucedido que en muchas ocasiones he quedado mal con ciertas personas, porque como por razón de mi oficio he tenido que conocer a una cantidad ingente de ellas, y dado que mi memoria visual facial es mas bien corta y no retengo nombres con facilidad, me he visto obligado a preguntar por el nombre de algunos de aquellos con los que me encontraba, recibiendo una reprimenda escondida en la pregunta ¿es que no te acuerdas de mi? El olvido es una afrenta al ego de cualquiera. Nos consideramos lo suficientemente importantes, asumimos que tenemos atributos, cualidades y singularidades tan potentes que nadie debe olvidarse de nosotros una vez conocidos. Y si se olvida nos molesta profundamente.

Por eso me llamo la atención la noticia que hacía referencia al llamado “derecho al olvido”. Algo tan singular me impulsó a leer el contenido del articulo en cuestión, porque más bien debería hablarse del derecho a ser recordado. Y sucede que este derecho al olvido conecta con las nuevas tecnologías y con algo que estamos sufriendo cada día con mayor intensidad: la pérdida de nuestra intimidad. Nada tiene en esta vida una ventaja sin su correspondiente coste. La tecnología nos aporta horizontes y posibilidades desconocidas, pero por el costado del precio surge con fuerza progresiva la pérdida de nuestra intimidad.

Piensen ustedes en que el gobierno quiere aprobar una reglamento por el que todos los bancos e instituciones financieras deben enviar una relación individualizada de todos sus clientes y de sus correspondientes movimientos bancarios y financieros, y que el propio Gobierno, léase el CNI, tiene derecho a examinarlos. La excusa, mas que la razón, es luchar contra el blanqueo, lo que me parece mas que bien, pero si el precio es que pasemos a ser un mero numero en manos del gobierno sin que ni siquiera se exija la autorización judicial, aun asumiendo que esta es en muchos casos un mero trámite, creo que el precio es demasiado alto y deberían arbitrarse otras soluciones. Piensen ustedes en si algún día, como me temo, suprimen el dinero físico y todas las transacciones se tienen que realizar a través de bancos. Pues quien vea nuestros movimientos nos tendrá totalmente fotografiados en todos y cada uno de nuestros movimientos, porque en la sociedad actual moverse implica manejar dinero, sea para comprar comestibles, ir a cine, pagar la luz, comprar vestidos o lo que sea. Pasaríamos a ser total y absolutamente transparentes. La intimidad sería ejecutada en la plaza pública,

Bueno pues el derecho al olvido deriva de una sentencia del Tribunal de Justicia de la Union Europea. Afecta a los llamados buscadores, como el poderoso Google, por ejemplo. Si alguien introduce mi nombre en ese buscador inmediatamente aparecerá una relación de links o enlaces con otras páginas. Si uno “pincha” en ellas leerá las noticias que afectan a la persona en cuestión. Pues bien, imaginen que un determinado periódico publica una noticia falsa o vejatoria sobre una persona. Esa noticia no muere en el día de su publicación porque la recoge el buscador y la perpetúa. Usted demanda al medio en cuestión y obtiene rectificación. Sí, pero en el buscador seguirá siempre apareciendo aquella otra. ¿Qué hacer? ¿Como conseguir borrarla del mapa de nuestra “biografía” digital?

Pues para eso nace el derecho al olvido y consiste en obligar al buscador a que esa noticia no aparezca cuando alguien teclee nuestro nombre. Parece elemental, pero lo cierto es que ha sido una gran batalla jurídica. No afecta al medio que la publicó sino al buscador. Google decía que en realidad ellos no hacen nada, que no manejan eso que se llama datos. El Tribunal les ha dicho que sí que organizan, sitúan, priorizan y dan relevancia esas noticias y en consecuencia se les aplica la protección de datos, de modo que si yo me dirijo al buscador y le digo que borre esa noticia, ese link en la relación de páginas cuando alguien teclee mi nombre, no le queda mas remedio que hacerlo.

De momento este Tribunal garantiza nuestro derecho a ese borrado, a ese olvido. Quedan muchas preguntas, como por ejemplo qué sucede si el buscador se niega, qué sanciones se establecen en su caso para ese supuesto. Parece ser que en la Union Europea se estaba gestando una normativa especifica que desarrolle esta sentencia y regule detenidamente este derecho al olvido.

Personalmente creo que es una decisión muy positiva. Eso de perpetuarte en Internet cuando las cosas han cambiado es muy molesto y carece de sentido común. Porque el poder del medio que publica la noticia falsa o anticuada se expande enormemente si su relato se perpetúa a través de un buscador. Por eso tenemos derecho a decirle que lo suprima para que no siga publicando sobre nosotros una noticia falsa o que el tiempo ha convertido en inexacta. Soy muy escéptico respecto de la UE pero he de reconocer que esta decisión me ha gustado mucho.

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