Opinión

Adán y Evo

Aloysius me ha enviado una simpática viñeta: a modo de ciertos grupos religiosos, una pareja se presenta en un domicilio y, saludando al vecino, se presentan: ¡buenos días!, venimos a hablarle de la teoría de la evolución. Justamente, coincide este regalo con la lectura de “La Eva africana. Los orígenes de la humanidad” (Celia Alba de la Torre, 2023), donde la autora nos explica cómo estudiando nuestro ADN podemos descubrir los rasgos compartidos por la humanidad actual con un único ancestro femenino común. Todo relacionado con el ADN mitocondrial, heredado exclusivamente por vía materna. Por si fuera poco, esta semana hemos conocido un hallazgo excepcional. Científicos japoneses acaban de crear ratones de laboratorio a partir de dos espermatozoides, sin la hasta ahora necesaria participación de un óvulo femenino. Y lo más impresionante es que estos humildes roedores han sido viables, es decir, han sobrevivido a su nacimiento y continúan por ahí, vivos y coleando. 

Como otros hitos científicos, dependiendo del uso que se le quiera dar, éste abre nuevas posibilidades para aquellos casos de infertilidad extrema, pero también para que parejas masculinas puedan tener un hijo en común en un cada vez más cercano futuro. Este experimento no resulta novedoso. En 2018, en un laboratorio chino, se consiguieron crías de ratón empleando células madre embrionarias a partir de espermatozoides u óvulos. Los descendientes de dos padres apenas sobrevivieron unos días, mientras que las crías con dos madres alcanzaron la edad adulta, siendo además fértiles. Tras varios años de complejos experimentos, el equipo de investigadores liderados por el biólogo japonés Katsushiko Hayashi, proyectó crear óvulos a partir de células procedentes de un ratón macho adulto. Re-programando dichas células obtuvieron células madre pluripotenciales inducidas, similares a las células madre naturales. Acto seguido, cultivaron dichas células en el laboratorio, hasta que algunas de ellas perdieron espontáneamente su cromosoma Y. 

Recordemos que, salvo excepciones patológicas, todos los seres vivos que nos reproducimos sexualmente disponemos de un par de cromosomas que determinan nuestro sexo biológico: XX para las hembras y XY para los machos. Los óvulos de nuestras madres aportan siempre un cromosoma X, pero los espermatozoides paternos pueden ser X o Y, circunstancia que determina el sexo del futuro descendiente.

Los científicos japoneses buscaron entonces células re-programadas femeninas con dos copias del cromosoma X; y así obtuvieron óvulos inmaduros. A continuación, los fecundaron con esperma de ratón y transfirieron los embriones al útero de una hembra. A pesar del éxito, de 630 embriones transferidos solo 7 sobrevivieron. Estas 7 crías crecieron con normalidad y alcanzaron la fertilidad en la edad adulta. Hace años, con la clonación, la historia bíblica de la creación humana ya se convirtió en la de Adana y Eva. 

Ahora, con este innovador descubrimiento, han saltado al campo de la reproducción dos nuevos jugadores: Adán y Evo. Pero, para el nacimiento de los embriones, sigue siendo indispensable un útero materno, de un vientre de alquiler. Estaremos muy atentos, para ver cómo finaliza este emocionante partido. Con o sin VAR.

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