Opinión

La derrota final

En el último cuarto del pasado siglo XX empezamos a interesarnos por unas predicciones que prometían, entre otras cuestiones, la colonización humana de los planetas más cercanos y la derrota final del cáncer. Hablando en términos generales, resultaba entonces demasiado complicado aventurar el final de una enfermedad que es en sí muchas más enfermedades. Existen diferentes tipos de cáncer, dependiendo del órgano donde se desarrollen, el tipo de células que lo forme, la posibilidad de invadir a distancia otras partes del cuerpo (metástasis), y por supuesto del estado inmunitario del paciente. 

Un grupo de investigadores comenzaron a trabajar en esta línea, entendiendo que si se lograban modificar el sistema inmune para conseguir que atacase y destruyera las células cancerígenas, imitando el proceso que ocurre en las enfermedades infecciosas, la humanidad podría conseguir que el cáncer dejase de ser una penosa realidad para convertirse en un recuerdo del pasado. De esta manera se desarrollaron las terapias CAR-T, capaces de modificar los linfocitos T, esenciales para activar la eliminación en nuestro organismo de todas aquellas células infectadas, anormales o dañadas, como por ejemplo las cancerígenas. Datos generales afirman que este tratamiento ha conseguido revertir la enfermedad de al menos un 30% de tumores sanguíneos malignos, como leucemias, linfomas y mielomas, incurables hasta ahora. Porque estamos hablando, nada más y nada menos, de remisiones completas de la enfermedad. En España disponemos de 15 centros especializados en terapias CAR-T y cada día son más los pacientes que se benefician de sus resultados. Recientemente el éxito se ha extendido a otras patologías como el lupus eritematoso sistémico, una enfermedad en las que el propio sistema inmune del paciente ataca sus tejidos sanos, como la piel, los riñones, el cerebro y las articulaciones. 

Esto ha ocurrido con un grupo de 5 pacientes con lupus (4 mujeres y 1 hombre), tratados en el Centro Alemán de Inmunoterapia del Hospital Universitario de Erlangen, en colaboración con la Universidad Freidrich-Alexander de la misma localidad. En este caso, los linfocitos T modificados han sido capaces de eliminar las células fabricantes de los anticuerpos anormales desencadenantes del ataque a los órganos propios del paciente con lupus. Los enfermos alemanes fueron elegidos entre aquellos donde hasta el momento habían fracasado otros tratamientos destinados precisamente a detener tal desenfrenada actividad autoinmune. A los 3 meses de iniciarse la terapia, los análisis clínicos se habían normalizado, y a los 17 meses de un seguimiento que todavía continúa, todos ellos permanecían asintomáticos, sin necesidad de ningún otro tratamiento. Por supuesto, además de eficaz, la CAR-T fue muy bien tolerada. La derrota final del cáncer podría comenzar en el momento en que este tipo de terapias estimuladoras del sistema inmune, y otras similares que probablemente pronto se añadirán al arsenal terapéutico, sean capaces de destruir cualquier tipo de célula maligna de la sangre y del resto de los tumores sólidos, que todavía provocan tanto dolor y zozobra entre nosotros.

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