Opinión

Medicina gráfica y cáncer

Estos días ha tocado repasar una disciplina artística que demuestra la importancia de los cómics, las novelas gráficas y las ilustraciones en la medicina. Para los interesados en estas cuestiones recomendamos visitar medicinagrafica.wordpress.com.

El psiquiatra británico Ian Williams es el pionero de la medicina gráfica. En 2007, bajo el pseudónimo de Thom Ferrier, comenzó a dibujar viñetas en las que contaba sus experiencias como médico. En 2010 organizaba la primera reunión de profesionales del cómic, expertos académicos, médicos y personal de enfermería, todos ellos relacionados de una manera u otra con el cómic y la medicina.

Personalmente le debo a la Dra. Blanca Mayor Serrano, profesora de la Universidad de Valencia, mi entusiasmo por el noveno arte y sus aplicaciones a la medicina. Junto a ella tuve el placer de escribir un artículo para la Revista de Medicina y Cine de la Universidad de Salamanca (volumen 15, número 4, 2019) sobre “Arrugas” (2011) de Ignacio Ferreras, la entrañable película de animación inspirada en el aclamado cómic homónimo (2007) del artista valenciano Paco Roca sobre la enfermedad de Alzheimer.

Desde aquí animamos a revisar las dos estupendas obras a quienes todavía las desconozcan, repletas de belleza, sencillez y especial sensibilidad a la hora de abordar una patología que todavía causa sufrimiento a nuestra sociedad. Más recientemente hemos retomado la medicinagráfica junto al Dr. Pablo López Mato, especialista en Medicina Interna del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense, que cursa un máster en Medicina Gráfica y prepara su tesis doctoral sobre esta materia, a propósito de la novela gráfica “Our Cancer Year” (1994) del mítico autor underground estadounidense Harvey Pekar, escrita con su esposa Joyce Brabner e ilustrada por el dibujante Frank Stack.

En 1990, a Pekar le diagnosticaron un linfoma. Para tratarlo, hubo de someterse a duros ciclos de quimioterapia. Las vicisitudes del enfermo y de su esposa, comprometida y afectada por el padecimiento, llevaron a la pareja a concebir esta novela gráfica, una autobiografía donde el cáncer y la vida en general se muestran con crudeza, desde el momento del diagnóstico, pasando por la incertidumbre de la evolución clínica, hasta los efectos secundarios del tratamiento. Una catarsis particular no exenta del regocijo socarrón tan típico del artista, una vez remitida su patología.

Existen más creaciones parecidas, como “El cáncer de mamá” (2004) de Brian Fries, sobre la experiencia de su madre enferma de cáncer de pulmón con metástasis cerebrales, “Cancer Vixen: mi lucha contra el cáncer (2007) de Marisa Acocella Marchetto, “Alicia en un mundo real” (2010) de Isabel Franc, “El paréntesis” (2011) de Élodie Durand, “Los silencios de David” (2014) de Judith Vanistendael, “La ternura de las piedras” (2016) de Marion Farolle, “17, vivir, revivir, sobrevivir” (2017) de Álex Santaló, “La historia de mis tetas” (2016) de Jennifer Hayden, “Que no, que no me muero” (2016) de María Hernández Martí y Javi de Castro, y “Algo extraño me pasó camino de casa” (2020) de Miguel Gallardo. Las recomendamos, porque son una maravilla.

Te puede interesar