Opinión

Prepandemia, pandemia y pospandemia

Leemos estos días en diferentes medios de comunicación que las cifras de ocupación hostelera se asemejan a las anteriores a la pandemia; y que sin llegar al 100%, este verano los desplazamientos vacacionales se aproximarán a los datos de la prepandemia; además, el precio de los carburantes se dispara y parece no encontrar límite, a pesar de que el barril de petróleo tiene aproximadamente el mismo precio que antes de la pandemia. Todos estos comentarios insisten en obviar que continuamos inmersos en la batalla contra el coronavirus. No sabemos sobre cuál de las sucesivas olas cabalgamos, pero el número de casos sigue disparado, si bien el contexto epidemiológico actual es completamente diferente, gracias a las campañas de vacunación. 

Los criterios diagnósticos también han variado: en la mayoría de los centros sanitarios no se practican las pruebas que confirmen la infección por el coronavirus, sobre todo en los menores de 60 años, con síntomas leves, y cuya patología no sugiera riesgo de hospitalización. La obligatoriedad de las mascarillas en espacios cerrados hace semanas que desapareció, dejando a la voluntad particular el uso o no de esta protección. Y es así excepto en los hospitales, centros de salud, residencias de mayores, transportes públicos y aquellas circunstancias donde concurran la masificación de personas y la imposibilidad de guardar una distancia de seguridad. De la misma manera se ha ido simplificando el concepto de paciente covid, en un intento de distinguir a los que realmente enferman por la infección viral de aquellos otros con patologías de base que condicionan su estado de salud y además han podido contraer esta infección. 

En los centros de salud orensanos se ha constatado un incremento de casos covid probablemente relacionados con las aglomeraciones de las pasadas fiestas populares. En los pacientes correctamente vacunados, los síntomas no suelen durar más de 2-3 días: fiebre, malestar general, dolores musculares, fatiga y tos, en muchas ocasiones acompañados de un intenso dolor de garganta, aunque la congestión nasal provoque en algunos la pérdida temporal del olfato y el gusto, síntoma muy parecido al causado el pasado invierno por la variante delta del SARS-CoV-2.

Los sobresaltos continúan durante esta pospandemia que sigue siendo pandemia. Es momento de retroceder en el tiempo, cuando se especulaba con la inmunidad de rebaño como el final de la epidemia. El Reino Unido, por ejemplo, pareció decantarse por esta opción. Pero, como tantas otras incidencias en medicina, no existe el blanco y el negro absolutos, sino múltiples tonalidades de gris. Un número elevado de contagiados de manera natural, unido a una vacunación completa por encima del 80% de la población y a las mutaciones del propio coronavirus, más contagioso pero menos virulento, contribuirían a dibujar lo que todavía seguimos padeciendo. 

Mientras todo esto sucede, los expertos debaten sobre la oportunidad, las fechas y los elegidos para una cuarta dosis de inmunización, con vacunas mejoradas en las que han estado trabajando los mejores laboratorios de investigación que jamás hayan existido.

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