Para comenzar, tomamos prestado un verso de Luis Cernuda, él, que constantemente experimentó con la luz y la sombra en su poesía. Volvemos nuestra mirada atrás, a los tiempos en que incrédulos con lo que nos estaba ocurriendo, atribulados dibujábamos cábalas sobre el final de esta pandemia, sobre el retorno a la normalidad perdida, con nuestras esperanzas depositadas en el progreso de la ciencia y en la llegada de las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2.
Ahora, en una primavera que anuncia un verano prematuro, en Galicia el 100% de los mayores de 80 años está inmunizado, y aquella pesadilla que se extendió por hogares y residencias de ancianos en forma de muerte y enfermedad se va convirtiendo, poco a poco, en un mal recuerdo.
Un informe del grupo de investigación de Biología Computacional y Sistemas Complejos (Biocomsc) de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC), encargado en su día por la Comisión Europea, vaticinó que a principios de mayo la mortalidad por Covid-19 sería un 60% menor en España gracias a la vacunación. Y a mediados de ese mismo mes, los registros oficiales desvelaban que dicha mortalidad había disminuido un 90% en nuestro país por los efectos de la vacunación colectiva y las medidas que temporalmente restringían la movilidad de los ciudadanos.
Ahora, levantadas la mayoría de aquellas restricciones, el efecto positivo de las vacunas contra la covid-19 habrá de manifestarse con una mayor contundencia. Retornando a nuestra comunidad, más del 96% de los gallegos entre 70 y 79 años también ha completado su vacunación. Y si consideramos el total de los mayores de 60 años, pues resulta que casi el 98% ha recibido por lo menos una dosis de las vacunas y casi el 70% la pauta completa.
Estos resultados han sido posibles gracias a un impresionante despliegue logístico y a un ejército de profesionales capaces de administrar tantas vacunas a tanta gente en tan corto espacio de tiempo.
La campaña de vacunación se ha traducido en mejoras claramente objetivables: los 381 fallecidos en enero de 2021 en Galicia, se incrementaron en febrero hasta 453. Comenzaron a descender en marzo hasta los 116 y en abril hasta los 38, cifra que se ha mantenido estable también en mayo. No podemos olvidarnos que desde el momento de la vacunación hasta alcanzarse la inmunidad, deben transcurrir normalmente unas 3 semanas, y que las personas vacunadas, en caso de infectarse, padecerán una enfermedad más leve, disminuyendo su riesgo de hospitalización y su mortalidad.
Y de nuevo, apropiándonos de otro verso del maestro Luis Cernuda, ahora, la hermosura es paciencia. Que la luz de la ciencia continúe disipando las tinieblas de la ignorancia.
