Opinión

Vamping

Desde esta columna hemos empleado la paradoja del cuchillo para explicar que las cosas, en si mismas, no son buenas ni malas. Simplemente dependen del uso que les damos: lo que utilizamos para cortar el pan también puede dañar a nuestros semejantes.

Con las nuevas tecnologías y las redes sociales ocurre algo parecido. Son innumerables los beneficios aportados al ámbito de la comunicación, inaugurando una nueva etapa en las relaciones humanas sin parangón en la historia. 

Los expertos denominan vamping a un inquietante comportamiento cada vez más extendido entre los adolescentes, fundamentado en el empleo abusivo y nocturno de teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores. Así restringen su tiempo de descanso y padecen las consecuencias negativas de un sueño insuficiente, que en los casos más graves pueden llegar al insomnio. 

Médicos y psicólogos ya atienden a jóvenes pacientes aquejados de cansancio, debilidad, irritabilidad, falta de concentración y determinadas alteraciones metabólicas desencadenadas por este hábito nocivo. Y es que a la hora de crear términos nuevos casi siempre echamos manos del inglés, generalizado en el mundo científico y tecnológico, para construir palabras que creemos no exactamente definidas en nuestro idioma. 

En este caso, combinamos la actividad típica de los vampiros, seres nocturnos fantásticos y terroríficos, con la acción de intercambiar textos y mensajes en las redes sociales. Una suerte de precoces noctámbulos no nocherniegos que debilitan su vista sobre el fulgor artificial de las pantallas, animados por la necesidad de integrarse y comunicarse con sus amistades a expensas de hurtarle tiempo a tan preciado descanso. 

En vacaciones, esas horas pueden recuperarse al día siguiente, pero si esta costumbre se transforma en necesidad, esta realidad podría perpetuarse durante el curso afectando al rendimiento escolar y el aprendizaje. Hay quien ve en este problema otra consecuencia relacionada con la pandemia de covid-19, que nos ha obligado a permanecer aislados durante demasiado tiempo. 

En especial, niños y adolescentes han dedicado más horas a las redes sociales y los videojuegos, inertes antes sus dispositivos electrónicos, engordando esa otra pandemia denominada sedentarismo. Aprovechar las vacaciones y el buen tiempo para hacer más ejercicio y actividades al aire libre es una alternativa más sana.

Hace años me llamó la atención el caso de varios jóvenes enganchados en los videojuegos. No salían de sus habitaciones ni siquiera para comer, sosteniéndose a base de comida rápida y chucherías. Casos semejantes terminaron por desarrollar en Japón y en otros países depresión, ansiedad, agresividad y trastornos del comportamiento. Una vez más, prevención de la enfermedad y uso saludable de las cosas.

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