Opinión

Ródope

Curiosidades de la geografía, a casi 3500 kilómetros hacia el Este de nuestro Ourense, en el mismo paralelo 42, se sitúa la milenaria ciudad búlgara de Plovdiv, en la falda de las montañas de Ródope, que dan nombre también a esa región, fronteriza con Grecia. No solo el clima es muy parecido al que tenemos aquí, sino que uno de los instrumentos típicos de su música folclórica es la gaita. Simpática coincidencia, aunque no la única.

Ródope es una palabra de origen griego que significa “mejillas sonrosadas” y que, en la mitología, era el nombre de la reina de Tracia, esposa de Hemo. Pero también lo era de una cortesana griega que vivió en la colonia egipcia de Náucratis, cuya vida real fue documentada por el geógrafo Estrabón en el siglo I a.C.; aunque la leyenda sobre su figura ya había sido narrada por el historiador Heródoto unos cinco siglos antes.

Según la fábula, la bella Ródope fue secuestrada por unos piratas que la vendieron como esclava en Egipto. Por su hermosura e inteligencia, las otras esclavas estaban celosas y se burlaban de su cutis, enrojecido por el sol. Siempre le encargaban las tareas más pesadas, para que sufriera. Sus únicos amigos eran los animales del campo, a los que contaba sus penas y que se convirtieron en sus fervientes protectores. 

Un día que Ródope se bañaba en Nilo, un halcón le robó una sandalia del único par que tenía. Pero el halcón era, en realidad, el dios Horus, que voló hacia Menfis, donde dejó caer el calzado sobre el regazo del faraón que, intrigado, envío emisarios a buscar a su dueña. Aunque las otras esclavas intentaron impedírselo, en cuanto Ródope se probó la sandalia, el faraón supo que era la joven que estaba buscando y acabó casándose con ella.

Por si alguien no se hubiese percatado todavía, la historia de Ródope se considera la primera versión de unos de los cuentos más famosos del repertorio infantil, esto es, “La Cenicienta”, que, en el sistema de clasificación Aarne-Thompson, se incluye dentro de la categoría de cuentos folclóricos ordinarios (II) y, en ella, entre los de ayudantes sobrenaturales (500-559), concretamente, en el subtipo 510 A, el de la heroína perseguida.

En verdad, se trata de una historia presente en diversas culturas y latitudes, no solo en Europa (Basile, en Italia; Perrault, en Francia, o los hermanos Grimm, en Alemania), sino también en China (la historia de Ye Xian), Japón (el cuento de Sumiyoshi), Irán (“frente de luna”), y, por supuesto, en “Las mil y una noches”, en diferentes formas. A la vista de tan extenso repertorio, no sorprende que exista también una versión ourensana.

La singularidad de nuestra versión autóctona estriba en que es la propia ciudad -y, por extensión, sus residentes- quien personifica a la heroína perseguida, a la espera del hada madrina que la ayude sobrenaturalmente. Victimista discurso de populismo barato, destinado a disfrazar los errores de una gestión errática, sin planificar e irresponsable: hay quien piensa que los problemas de Ourense se resolverán con una varita mágica. 

Cuentos folclóricos y otras gaitas aparte, parece ser que, cuando Filipo II de Macedonia conquistó la antigua Plovdiv, la destinó a exiliar allí a los mayores indeseables; de ahí que se le diera el nombre de Ponerópolis o “ciudad de los maleantes”. Quién sabe cómo se organizarían, pero no es descartable que, entre ellos, alguno llegara a gobernarla. En fin, ya dijimos que el clima no era la única coincidencia entre esa ciudad y la nuestra.

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