Opinión

Carta abierta a la ministra Yolanda Díaz

Señora Yolanda Díaz Pérez, si a muchos ha cogido desprevenidos la sucesión de acontecimientos en Cuba, -una insurrección inédita que denuncia el hastío de un pueblo condenado desde hace décadas a la misera-, más sorprenden las vacilaciones y titubeos del Presidente del gobierno de España a la hora de calificar con precisión milimétrica su fórmula de estado, sin duda condicionada por los cambalaches que dentro de esos extraños matrimonios la política crea. En cualquier caso sepa usted que la longevidad de la autocracia cubana obedece a la triste realidad de una población alienada y sometida a una constante y brutal represión política, social y cultural, alimentada con castigos penitenciarios y amenazas de toda índole desde un poder coactivo.

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Dado que usted ve a La Habana como un modelo de ensueño a seguir, antes de continuar en pos de esa quimera le recomiendo encarecidamente que se ilustre en los documentales de la 2 de TVE. Ahí podrá disfrutar de un cursillo acelerado que la instruirá en los fundamentos productivos, al conocer que el guepardo es el mamífero terrestre más rápido que existe pero que, aún capaz de alcanzar los 115 km/ hora, su sprint apenas dura segundos dado el enorme gasto energético que comporta. No cobrar una pieza le supone perder reservas, comprometiendo su supervivencia si el fracaso se repite en las siguientes jornadas, al exigir un coste cada vez mayor. A esto, señora ministra, se le llama economía. De ahí lo vital que resulta la competencia porque proporciona competitividad, evitando que unos costes industriales inasumibles pulvericen el mercado. Para que usted lo entienda, el desabastecimiento de la isla caribeña obedece a ese principio esencial, porque el proteccionismo y el estatalismo son un modelo tan oneroso que acaba con cualquier economía. Sería deseable que tuviera en cuenta estos principios la próxima vez que pretenda sacar músculo acerca de la salud de empresas con trabajadores en ERTE, cuando autónomos y empresarios no se lo creen ni con veinte tazas de vino encima. Reflexionar sobre ello quizá le haga comprender que ese gravoso modelo fue la causa de la caída del bloque comunista.

Resulta obvio que para usted el castrismo es la puerta de entrada al paraíso. Lástima que no coincida con esa mayoría hasta ahora silenciosa, tan fiel a Fidel y Raúl como combativa al capitalismo, pese a su martirio por carencia, que en este momento histórico clama por bienes tan básicos como alimentos y medicinas. Porque, señora ministra, no se engañe, esas revoluciones que tanta sangre han derramado, escasamente han conducido a los hombres hacia la libertad. Antes bien, usurpando la riqueza al resto de ciudadanos, apenas han logrado perpetuar a un puñado de apellidos en el poder, favoreciéndolos con fortunas millonarias y mansiones de lujo, y permitiendo a la cúpula del Partido de los Trabajadores vivir a cuerpo de rey, dando buena fe de que la dictadura del proletariado es un sistema donde el bienestar y la voluntad del proletariado importan un carajo. Pero para que entienda bien la razón por la que se tambalea el marxismo de manera generalizada, incluyendo a China pese a su giro de 180º hacia el capitalismo, debería usted probar a vivir en Corea del Norte -otro edén comunista-, a ver si además de resistir a la hambruna sería usted quien de jiñar los 30 kilos mensuales de burrajo exigidos por Pionyang a sus habitantes.

Por otro lado, señora Díaz, cuesta comprender que, rechazando el franquismo al atribuirle la falta de garantías procesales y otros derechos individuales y colectivos; la transgresión de la libertad, la pena de muerte, la corrupción, la imposición y, en definitiva, el totalitarismo, sin que se le saque el hipo arrulle a la Administración cubana cuando obra en idéntico sentido. Soslayando tal hipocresía, aproveche para echarle una ojeada al diccionario de la RAE, donde deja claro que un régimen político que, por la fuerza o violencia concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización, y reprime los derechos humanos y las libertades individuales, es una dictadura, sea en la República Popular de Laos, Vietnam o Cuba.

Por último, se hace urgente que recuerde que como ministra de Trabajo y Economía Social, además de Vicepresidenta Segunda del Gobierno, cuando usted echa la lengua a pacer no lo hace en nombre de ningún partido político sino en representación de la totalidad del país, de modo que en su caso es exigible evitar ambigüedades como con Cuba porque, aunque empezar la casa por el tejado sea deporte olímpico nacional, los españoles no tienen ni un pelo de tonto.

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