Opinión

El árbol del conocimiento

En los estertores de la II Guerra mundial, lo último que esperaban los aliados era encontrarse con la división más feroz de los ejércitos alemanes. Berlín resistía defendido por un fuerza incombustible de las juventudes hitlerianas. Al igual que el resto del bloque socialista, el nacionalismo socialista de Hitler aplicó todos sus recursos pedagógicos para convertir a los más jóvenes al sistema. El Führer se jactaba frente a sus opositores de que, aunque no pensaran como él, sus hijos le pertenecían.

La Alemania nazi aleccionó y lavó el cerebro de los niños, utilizando los recursos educativos del Estado, intensificando en los distintos grados formativos a la población infantil y juvenil, para convertirlo en una práctica que osciló desde un voluntariado inicial a una obligatoriedad posterior. De este modo, Hitler consiguió que el Sistema Educativo Oficial transformara a la población infantil en máquinas grotescas de propagación del nacional socialismo, sin límites morales ni humanos. Íntegramente adiestrados, se convirtieron en la más atroz trama de uno de los más criminales regímenes -junto al soviético y sus seguidores en todo el mundo, desde la República española a China, pasando por Corea del Norte hasta el de los Jemeres Rojos de Camboya-, en el que los niños, tras ser estatalizados, atacaban directamente a instituciones fundamentales como la familia, soslayando los políticos del III Reich así el control al Poder por parte de los ciudadanos.

Estos jóvenes fanáticos, adoctrinados en la victoria final del nacional socialismo, fueron sin fisuras persuadidos en las barbaridades propagadas por el tinglado nazi. Sin conciencia ni remordimiento, tras lavarles el cerebro hasta el último resquicio denunciaban a familiares, amigos y vecinos de cualquier sospecha de oposición al régimen destructivo de Hitler.

Tras la caída de Berlín los aliados heredaron de todo el corpus de investigación nazi. Así Estados Unidos se convirtió en puntero en genética humana, disfrutando también de la más avanzada tecnología armamentística. Francia e Inglaterra despegaron en la carrera de los transportes y telecomunicaciones con medios que se acercaban a la ciencia ficción, obtenidos de los avances de un III Reich que no se paró en barras ni moralinas con tal de obtener resultados.

La Unión Soviética fue otra beneficiaria, en particular en lo que a manipulación humana se refiere. De todos es sabido que, en Ciencias como la psicología y la conducta, la URRS gozó de la ventaja de utilizar aleatoria y arbitrariamente a sus ciudadanos, siendo la cuna de escuelas conductuales importantes, igual que el génesis de la historia negra de la ciencia. Uno de los mayores rendimientos científicos lo obtuvo precisamente del método de adiestramiento de las juventudes hitlerianas.

A día de hoy no encontramos en España ante las embestidas del gobierno Socialista-Antisistema de Sánchez-Iglesias, que pretende meter mano a la educación, camino de la más que inquietante Agenda 2030 del líder podemita. Mientras su Ministra de Educación Celáa se justifica frente al reproche del ataque frontal a la libertad de educación de los padres, consagrada en la Constitución, el nuevo Gobierno aspira a que los hijos sean del Estado en lugar de las familias, olvidando que la educación es una potestad exclusiva de los padres, mientras a la Administración sólo le compete la formación académica.

Lo que Sánchez, Iglesias y Celáa deben tener presente es que España no es Corea del Norte. Para que exista democracia y libertad es imprescindible una educación sin adoctrinamiento ni sesgos. Sólo así habrá ciudadanos responsables y con criterio, y no borregos descerebrados. El Gobierno socialista-atisistema debe recordar que no hay mayor inversión para un país que la educación, sólo posible con amor, respeto, paciencia, coherencia, y más tiempo aún que el requerido para criar el mejor de los vinos. Y si merece la pena descorchar un caldo superior, más aún lo es compartir el mundo con el fruto del árbol frondoso que creció recto, estimulado por la dedicación de la familia.

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