Opinión

Paradigma

E s la ourensanía atributo o condición que ha hecho correr ríos de tinta, siempre analizado desde la perspectiva política aunque nunca mostrando la verdadera identidad de los afectados. El tema ha dado para disquisiciones y controversias sin que nunca nadie haya levantado acta del buen hacer en relación a las muchas actividades cotidianas del devenir de la ciudad, y es que sin duda es ésta la urbe donde la igualdad de derechos toma forma al margen de las modas y las  instituciones.

Si es innegable que Galicia ha funcionado históricamente como  un matriarcado merced a las consecuencias de la emigración, además del sustrato etnológico de la más profunda cultura autóctona, igual de indiscutible es el mimo y el respeto con el que siempre se ha considrado el papel de la mujer en su modelo comunitario.

“Na casa de Manoel él é ela, e ela é él”, constituye mucho más que un aforismo atávico que nivela a ambos sexos, superando a la figura  monárquica de los Reyes Católicos que apenas proclamaban la exigua equidad con un “tanto monta monta tanto Isabel como Fernando”. El precepto auriense eleva la categoría femenina por encima de lo habitualmente aceptado en el contexto cultural. Tal es así que constituye un modelo de equilibrio difícilmente superable, siendo la metrópoli que con orgullo muestra el mayor índice de conductoras de autobuses urbanos, revalidando conceptos que trascienden a los tópicos, mostrando a una hembra respetada dentro del panorama industrial y laboral al ser muestra de la equidad frente el varón a la hora, tanto de acceder al citado puesto como a la formación requerida para su desempeño, ilustrando por otro lado su pujanza en el prototipo de la urbe y en su desarrollo, así como el grado de integración logrado. 

La mujer no ocupa en Ourense el lugar asignado por su condición femenina sino por alcanzar el estándar de cualificación y calidad para su ejercicio, compitiendo en un mercado laboral tradicionalmente adscrito a los hombres. Esto es lo que otorga un valor añadido a la ecuanimidad: aquí no ha sido necesario aplicar políticas de paridad ni “permitirle” el desempeño, constituyendo  Ourense una de las más claras muestras de equidad sin necesidad de recurrir a la discriminación positiva propugnada por la Adminsitración autonómica. Las féminas ourensanas son mayoría en el transporte colectivo por derecho propio, tras ganar en justa lid a sus compañeros varones.

Este es el arquetipo de igualdad, una sociedad donde hombres y mujeres estructuran un panorama laboral basado exclusivamente en su preparación y capacidades, contemplando idénticos derechos y oportunidades, alejado de favoritismos u otras propuestas que minen el mismo rasero para ambos géneros, revalidando a la aúrea ciudad como eterno y actual paradigma para una sociedad más justa.

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