Opinión

AGUJERO NEGRO

Ahora Bankia. Esto no para. Y si no para es por algo. Tal vez porque ni se sepa bien lo que traga el agujero, ni hasta cuándo ni cuánto. Cual agujero negro. O agujero para poza en arena seca de la playa, con niños acarreando cubos de agua desde la orilla para anegarla y que en cuanto vierten el líquido se escurre de tal manera que vuelta a por más, más y más hasta aburrirse o cansarse. Tal vez sea una exageración, pero ya hay demasiado ciudadano, niño político, que está hasta las meninges de ver acarrear liquidez al agujero bancario sin ver ningún otro resultado que 'ahora más y más'. Y así ¿hasta cuándo? Pero esto de la banca de nuestros días y nuestras entretelas, además del matiz socio económico, trae consigo otro problema de índole psicológica y personal que se clava en la garganta cual espada de faquir en quien no lo es; y es que los máximos responsables y bien pagados de esta cosa que nos cuesta a todos tanto dinero siempre salen de rositas y de vacaciones por Cancún (como sé de uno que nos la pegado bien cerca), lo que nos arrebata a los demás la fe en la justicia, la esperanza en que el esfuerzo colectivo valga la pena, y la caridad aquí ni mencionarla. Nada baladí la cosa, pues en condiciones tan difíciles solo la unión y la creencia en su valor pueden ayudar a salir de este agujero que no solo se traga toda el agua que decíamos al principio sino nos traga a nosotros mismos.


Cuando creíamos que ya estaba orientado el problema, porque hubo una reforma financiera, hubo quiebras y aportaciones del Estado a unas empresas que jugaron con los cuartos como si fuera el monopoly de la abuela, va Bankia y nos mete de nuevo a todos en un sinvivir. Ahora dicen que con siete, diez o quince mil millones de euros aclararán el panorama, pero lo dicen de igual forma que lo dijeron antes, cuando el sector ya recibió otros cuantos miles de billetes viejos, y así, suma y sigue, provocando mayor desconfianza en un poder financiero que hasta hace poco, dixit Zapatero (líder interplanetario, según Pajín), estaba entre los más sólidos del planeta, y en el que yo hago mis deposiciones cada día porque vivir de dar créditos sin alma y del negocio paralelo (le llaman sinergias) resulta inmejorable laxante. Vivir como vampiros sacándole la sangre a los pequeños negociantes o profesionales al convertirse en su feroz competencia (venta de televisores, seguros, viajes y vajillas, cualquier cosa que atornilla las mejores condiciones al proveedor con sus grandes números de clientes), hasta convertirse en una frívola tómbola donde la banca siempre gana, y llegar al negocio inmobiliario fue todo uno, y un uno de tanto peso que hizo un roto al saco en que se constituyó la banca de los últimos tiempos. Además siempre con ventajas añadidas por su tamaño colosal, con red de funámbulo del muro ladrillero que cuando lo pasea bien le hace ganar sumas millonarias, pero cuando se viene abajo, ahí está la red que somos todos para mantenerlo intacto. Y ¿quién nos dice que ahora esto basta?, o, mejor dicho, ¿quién se cree al que lo dice, cualquiera que sea?


Bankia es otro más de una lista que se tragó la buena vida a bocas llenas, y de tanto que vivió del cuento lo gastó y borró la tinta de sus letras hasta un END nacionalizador. Gobernadores, ratos o rateros y demás componentes de este sistema financiero que pasó de ser orgullo zapatero a suela de zapato que no se pone ya la comunidad europea sino es con su propia supervisión, como consta la petición a España para aclarar el panorama y no ir tapando agujero a agujero el queso gruyere en que se han convertido estas cajas heredadas de 'grandes' consejos y nobles consejeros (cuántas dietas deberían devolver), sino todo el zapato a la vez y bien supervisado. Comenzando por supervisar el Banco de España, que pasó absolutamente de las advertencias de aquí, acá y acullá, de que esto no lo soportaría ni la madre que nos parió, pero que siguió ahí administrando el porvenir como si tal cosa. Y los demás, a tragar, con un trágala de incertidumbre, pesar y temor al mismo tiempo, de lo negro que se ve el horizonte.


Fusiones, inmobiliarias, activos, pasivos, balances, tipos, bancos malos y bancos buenos, depósitos, tóxicos, preferentes (esto clama al cielo, y a estafa), intereses y demás, es jerga de jeroglífico orientado a confundir, engañar, aprovechar la inercia del currante sin tiempo para descifrar el tinglado complejo, o del pensionista preocupado de calcular la suma del tiempo vital que le resta más que de las sumas en saldos, o de cualquier ciudadano que se confía a quienes manejan en oficinas bancarias ordenadores para las finanzas que parecen máximas para la verdad y la vida, siendo realmente para la mentira. Y así pasa lo que pasa, que las aguas bajan turbias, tan turbias bajan que no nos dejan ver más que agujeros negros.

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