Opinión

LA AMISTAD CIBERNÉTICA

El mundo gira a toda novedad. Sobre todo si es novedad científica o tecnológica, pues la otra posible, de orden moral o social, parece ir más lenta e incluso estar detenida, por no decir hacia atrás o estar escondida entre nieblas y tinieblas humanas; seguro que estarán brillantes pensadores actuales elucubrando nuevas fórmulas respecto a la ética, por ejemplo Felber, dándole enfoque nuevo a viejas ideas, pero seguro que estarán en el sótano de la comunicación, pues la alegría inmanente de la sociedad cotiza sobre todo en salón de belleza o salón de baile de una neo aristocracia comercial y dineraria, donde brillan más las superficies que el interior de las cabezas, más los pelos que las adornan que puros cerebros. Fatalmente, audiencia y público sitúan a unos y otros arriba y abajo en la casa share de los horrores y del negocio.


Hoy la novedad que más cuenta, sin duda, es la tecnológica, y valga el ejemplo del fenómeno que ya cotiza en Bolsa y en el propio Nasdaq debido a que somos muchos los que accedemos a su fórmula de comunicación en todo el mundo y que se llama facebook. Esa penetración del fenómeno facebook en nuestra vida es casi comparable a una violación masiva, por harta seductora forma con que nos atrapa al hacernos creer que con él descubriremos mil y un amigos nuevos con los que dejar de sentirnos, al fin, solos. Mil y uno son los amigos que vamos añadiendo a nuestra cuenta, cual si fuera la pantalla de ordenador nuevo corazón agenda. El facebook nos atrapa, también, por la capacidad que nos descubre en dar y obtener sentimentalidad sin tener que dar la cara totalmente, pues nos deja modificar algún dato de nuestra biografía externa o íntima, sea estatura física, estudios o méritos y frases más queridas con simple cambio de tecla, y que utilizamos hasta conseguir el personaje virtual que realmente querríamos ser en la realidad. Al principio no pensamos que la recién descubierta virtud pueda convertirse en vicio y solo conectamos a través de este medio con los más amigos o familiares íntimos para una normal comunicación; pero después nos llegan peticiones de amistad de amigos de nuestros amigos y otros, viendo ahí la posibilidad ya apuntada antes de poder enriquecer nuestra amistad con la cantidad, sin reflexionar que ésta suele ser antónima de calidad; al contrario, nos emocionamos hasta extremos insospechados al comprobar cuánta gente nos quiere y nosotros sin saberlo, ¡bendito facebook! Al poco ya somos más de quinientos. Quinientos amigos que jamás pudo nadie soñar en tenerlos. Quinientos amigos después de pasar la vida contándolos con los dedos de una mano. ¡Vaya felicidad!


Con el ánimo fortalecido (si quien tiene un amigo tiene un tesoro imagínense que no tendrá quien tiene más de quinientos), comenzamos a leer mensajes, seguir informaciones y enlaces que nos muestran los gustos de nuestros nuevos amigos, a ver y admirar preciosas fotografías de personas (siempre retratadas por su mejor lado), a advertir espíritus aventureros en tanto viajero que hay suelto por este mundo de dios, o descubrimos de pronto tanta solidaridad en quienes hemos tenido como huérfanos de nobles sentimientos que nos da mucho gusto haber descubierto tanta buena amistad. Pasamos horas, días, semanas y hasta algún mes, en que no dejamos de seguir la página y observar a quien y a cuántos le gustan mis comentarios, frases, fotografías, el sueño que he tenido o la parte de mi vida que descubro sin pudor, aunque, eso sí, algo disfrazado; esperamos ansiosos a abrir la página y ver el icono del dedo para arriba, ese que significa el 'me gusta' anterior y que respalda nuestro ego según la cantidad conseguida.


Ahora bien, después del enamoramiento llega, irremediablemente, la realidad que se impone. Y ya vemos que mucho contenido va de venderse la persona como producto cual si fuera ésta una sección de anuncios por palabras. El damos y ofrecemos invade todo, desde cambiar un baño hasta la invitación a cualquier evento que no interesa a nadie. Pura comercialización de la comunicación. Así se entiende que la cotización de la nueva acción en Nasdaq vaya bajando, porque nunca será ya lo que fue, porque ya hay muchos de vuelta de esta ilusión primera y que confirma el último dato publicado al respecto al cuantificar en el treinta y cuatro por ciento los usuarios de facebook que pasan menos tiempo en él que hace seis meses. Y es que al fenómeno facebook le pasará lo mismo que al correo electrónico, que en su primer momento llegaban miles de sugerencias sacadas de internet por parte de algunos desocupados amigos que ahora ya no se abren por suponer mucha pérdida de tiempo. Y ya nunca será como el primer día que sentimos la posibilidad de comunicarnos más y mejor. ¡Seguimos solos!

Te puede interesar