Opinión

CAPITÁN O PILOTO

Ya sabemos todos lo de la historia de Dani Pedrosa con el pilotaje y la capitanía. Para los que no se enteraron, simplemente decir que el piloto varias veces campeón mundial de motociclismo quiso ser capitán de barco por méritos no propios sino de 'pinganillo'; es decir, le chivaban las respuestas del examen, pero hete aquí que lo pillaron in fraganti y ahora además de suspender tiene que responder a otro examen más duro e importante que hacen desde el Juzgado a los presuntos delincuentes, que ojalá el bueno de Dani no lo sea.


Pero si cuento esto es para que comprendan algunos lo difícil que debe ser sacar este título de capitán (¡oh, mi capitán!), desde luego no tan sencillo como el de simple piloto o patrón de barco, y que sirve para surcar todos los mares del mundo, cual Corto Maltés o el capitán por antonomasia, Nemo, al mando de embarcación sin límite de eslora aunque, eso sí, dedicadas sólo al recreo. Pues bien, lo que no logró Pedrosa lo lograron dos paisanos nuestros (bueno, la verdad es que dan por descontado su aprobado aunque falte un pequeño detalle como es la nota ¡carajo!), Santiago Fagilde y Emilio Touriño, y hace pocos días. El cuñado de Santiago también está pendiente de que lo examinen próximamente (por razones senatoriales no lo ha podido hacer) porque no es que haya pique familiar sino que se trata de un poco de rivalidad deportiva, pues en esto de los barcos pasa lo que en otros deportes o actividades, léase golf, tenis, tute o mus (mira que aquí hasta hay liga para disfrute de mi amigo Pepe Mexilón), que tira del espíritu competitivo que llevamos dentro, sobre todo cuando nos compararnos los unos con los otros; no digo de quien se trata para no influir en los examinadores pero diré que es Juan sin ser realmente Juan, o para más pista no es Juan como Santiago pero sí Juan como Fagilde.


Verdaderamente, es sorprendente la tradición en Baiona de ourensanos que llevan regateando desde siempre, comenzando por Pepe el solitario que cruzaba el Atlántico como si fuera la propia bahía baionesa, y siguiendo por los Silva, Sesé o Juan Rego, dejando aparte a los profesionales como los hermanos Pérez Canal.


Pero finalizo este breve comentario con una pregunta que me hizo en la calle un amigo antes citado y derivada del conocimiento exigido sobre astronomía y otras materias específicas para ganar este título y que es la siguiente: ¿tú qué prefieres, saber mucho de una cosa, o poco de muchas? ¿Y tú?




Lluvia


Bienvenida como pocas veces, aunque a cuenta gotas, porque estoy contando ciento treinta cinco por minuto, pues tal la sequía que sólo de pensar en el verano incendiado por hijos de mala cerilla se me pone la piel de gallina, y de gallina asada. No obstante, es tan fina y delicada la ducha que ni siquiera sirve para enjabonarse y quitarse la roña que recuerda el delito contra el brigadista fallecido o de la Fraga. Pero menos da una piedra; que llueva, que llueva, la Virgen de la cueva? que caiga un chaparrón; de una vez.




Quessadas


A esta hora en que envío esta percepción aún no sé si iré o no a la exposición de los Quessadas en Santiago. No será porque no me haya invitado Miguel Santalices, que inmediatamente me aclara que hace la llamada desde teléfono privado y no desde el público a su disposición como vicepresidente del Parlamento (¡cómo debe ser!), o porque no quiera acompañar a Chus o los amigos de la Fundación, sino porque no sé si podré, simplemente. Pero en cualquier caso no esperen mi comentario porque ya estará cubierto por otro paralelo del diario, así que me guardaré para mí los saludos que observe entre algunos asistentes, que escribirían una intrahistoria particular.

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