Opinión

DE CHINOS Y EN PELOTAS

Así, en pelotas, se puede quedar más de un equipo de fútbol para el próximo año por culpa de querer adquirir nueva indumentaria, pues la filial de la marca china con quien tenían contratado el vestir de calzón corto y camiseta de temporada a sus jugadores se fue de concurso de acreedores y tararí que te vi. Entre los equipos afectados está el vecino Celta, que había vendido ya muchas de las nuevas camisetas previo anticipo de veinte euros al ansioso aficionado, de ahí que ahora tocan los nervios. Es lo malo de querer hacer caja cada año con los colores de siempre pero con algún toque diferente para que la peña y las peñas gasten sus cuartos, rasquen el bolsillo y dejen su margen comercial al club; y de tanto rascar a veces se rasga la bolsa y al carajo. Mas la pasión es la pasión, y si es de fútbol, ni te cuento. Esta operación financiero mercantil 'de camiseta' me recuerda un poco a la de los libros de texto cuando incluyen cuadernos de garabatear que los hacen inservibles a heredar los que vienen detrás, inclusive hermanos, y otras veces los hacen obsoletos algún cambio de ley o de propios contenidos, pues si bien dos más dos siempre son cuatro no es igual escrito que dous máis dous que son catro, o bien porque los ríos cada día y a cada instante, que diría Heráclito, nunca son el mismo, de ahí que cupiese hablar de diferente río o afluente cada año, o que tampoco sea posible contar la historia del mismo modo por diferente memoria histórica del contador. Resulta necesario, así, cambio continuo de libro como de camiseta para mantener el negocio con fiel clientela.


Pues en pelotas, es un decir, o al menos sin nueva vestimenta, parece les vayan a dejar a algunos equipos estos filiales chinos. Y entre chinos anda la cosa y nuestra ética, porque aquí ni dios da trabajo a los vecinos si con ello pierde la posibilidad de ganar nueve sobre diez. Es un problema de mentalidad cutre y barata, economicista de ombligo, donde no importa descubrir 'solamente por denuncia' a un chino que es juzgado en España por explotación de otros compatriotas que viven trabajando catorce horas en el mismo piso que tricotan. A miles más de ejemplos alcanza esto del poner ya no pisos o casas sino barrios enteros al servicio del comercio chino invasor con tales métodos, la medida de la sin medida que tiene el tema. Por supuesto, leo la pena impuesta del delito de esta explotación humana y no son más que dos o tres mil euros de multa e indemnización de 6.000 euros al compatriota que lo denunció, lo que da solución al problema. Negocio redondo para seguir con la receta, porque parece que a nadie le importe que en este taller textil chino en España, o en otro taller al lado opuesto de Euroasia, borden camisetas o serigrafíen escudos del Celta de Vigo y otros equipos, con tal de ganar unos duros.


Hablaba de mentalidad cutre, incoherencia y contradicción en nuestra sociedad que nos hace dar un paso adelante y dos atrás, de retroceso, porque si la forma de trabajar de los chinos nos invade desde China a través de la producción de las grandes firmas que venden aquí, la invasión de los chinos que se implantan en nuestra geografía es tan tremenda que los todo a cien son ya la cadena de comercio pequeño más extendida. Y por si no fuera poco el 'trabajar como chinos' de esta competencia, la falta de grandes controles sobre productos y personas (como fue el caso) los favorecen hasta adelantarnos por la derecha.


Pero a todo esto nosotros discutiendo sobre la libertad de horarios del comercio que otros ni cierran. Y ante esta cruda realidad surge la natural protesta de las asociaciones de comercio que ponen el grito en el cielo por las normas desiguales en el juego. Como las que para ellos tienen también los grandes almacenes. Porque siempre el grande tiene ventaja, sobre todo cuando los pequeños hacen la guerra por su cuenta y renuncian a sus principios. Y muy bien que se defienda el pequeño comercio asociado, pero no para hacer dejación de sus principios según les pete, firmando convenio con cualquier multinacional de otro sector sin tener en cuenta a otros homónimos 'pequeños' que viven de su trabajo en ese sector; hablamos, por ejemplo, del reciente convenio para los seguros de los comercios de una Asociación suscrito con determinada compañía de seguros porque les cuentan que mejoran sus condiciones económicas en un quince por ciento respecto a lo que la misma compañía ofrece a través de un mediador profesional del seguro, que vive exclusivamente de la orientación y asesoramiento en esta materia a sus clientes. A la vista de ello no sería de extrañar que los pequeños mediadores también tratasen de rebajar el coste de su filete, pantalón o demás productos, a través de quien solo lo puede ofrecer por razón de los grandes números, o superficie comercial, produciéndose así una cadena de despropósitos donde el único eslabón agarrado fuerte es del grande, que como en el caso chino del fútbol puede dejar algún día al comercio en pelotas.

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