Opinión

CREER O NO CREER

Esta es la cuestión de hoy, creer o no creer, para que pase este tiempo que es llegado sin hacerle ni puñetero caso. Me refiero al tiempo electoral que se aproxima a Galicia como viento huracanado para los que gozan normalmente de su brisa. Ahora volverán las promesas, los cantos de sirenas, las melodías perfectas donde el acorde mejor estará afinado hacia nuestras vidas, las de los ciudadanos anónimos, porque somos poseedores del billete para otra etapa dorada de los mismos que se presentan a gobernar nuestros designios. Ahora llega el peloteo al insignificante ciudadano que no se ha tenido en cuenta cuando pisaban moqueta, lujo y carnet jerárquico superior, pero que es votante. Me pregunto cómo tienen tanta cara algunos, muchos, demasiados, que estando al frente de las responsabilidades políticas que nos han descarrilado hacia la pobreza, sea desde gobierno u oposición porque no hay tanta diferencia en su alternancia y todos ellos pertenecen al mismo macho político, de presentarse nuevamente como solucionadores de los problemas que nos acucian y en parte trajeron ellos mismos.


Creer o no creer en estos mismos personajes, con distintos collares de siglas pero siempre de acuerdo en el mamarán de sus sueldos, dietas, prebendas y demás privilegios, esa es la cuestión; aquí, en este capítulo de derechos consustanciales que se han dado ellos mismos o sus antecesores, salvada alguna honrosa excepción que dura poco, porque pronto se compra o abandona, aún nadie ha propuesto una rebaja importante de tales derechos acorde a los tiempos que tocan y a la necesidad de ser ejemplo para los demás; incluso, cuando se habla de rebajar el número de representantes en el parlamento, cosa que todos los sensatos desearíamos por el bien de nuestro ahorro y dada la ineficacia de tantos de ellos, se soliviantan algunos políticos aduciendo razones de falta de representatividad democrática para el pueblo. ¡Hay que fastidiarse, como si levantar veinte manos cual si fuera una fuese necesario!, porque jamás, o casi nunca, hemos visto a nadie discrepar con su voto parlamentario de la consigna de su partido, ni cuando a los católicos del partido popular el anterior papa les pidió no apoyar la guerra de Iraq y estos creyentes de pacotilla no fueron capaces de contravenir al jefe Aznar. Así, de esta manera, ¿cómo vamos a esperar que algún día podamos limitar esa Cámara senatorial que no vive sino del y para el cuento?; por favor, ¡no me quiten esta esperanza! Creer o no creer en este sistema viciado, por cebado de malos políticos y peores egoístas humanos, es, pues, la cuestión para participar activamente en este circo de declaraciones, papeletas, discursos repetitivos que aburren a cualquiera, y que vemos allegarse con el día 21 de octubre hasta las urnas con preocupación por volver a ser engañados con uno u otro al depositarles el voto.


Es dramático ser un descreído, un agnóstico o ateo del actual sistema democrático español; pero natural cuando la propaganda y publicidad son más importantes que el programa, entre otras cosas porque este último nunca se cumple; sin ir más lejos vamos al primero en proximidad electoral y comprobemos como en dos meses de lo dicho la mitad de la mitad cuando no al revés. Y aquí no pasa nada. Realmente es una pena sentir que no tienes fe en lo que vengan a decir nuevamente ninguno de ninguno, todos preparando el discurso que más vende al electorado sin preocuparse de que no sea factible y únicamente porque el objetivo sea el poder, obtenerlo para sí mismo. Así no es difícil, por ejemplo, escuchar ahora a los que lo perdieron a nivel estatal recriminar a los actuales responsables sobre la caída del empleo cuando su gestión laboral estaba más hundida que el 'Titanic'. O a los que hoy gobiernan, que no hay más remedio de esto, o esto otro, cuando antes encontraban remedios hasta debajo de las piedras.


Es verdad que como en la religión y por propia biología humana podemos provocar que la fe llegue a nosotros a través de querer creer. Como mismo mantra o padrenuestro podemos ver al político, que por otro lado puede ser amigo o conocido porque ha salido de nuestro lado, o sea que no es ningún marciano, como una oración para nuestros problemas, verlo con cierta fe en su inteligencia y que nos anime a votarlo para solución de nuestras vidas, aunque es harto difícil, la verdad, llegar a este retrato místico de sentir su aparición como algo superior al que agarrarse. Pero sí, puede ocurrir que aún creamos porque la fe se hace necesaria para vivir, o necesidad de respuesta a tanto currículum que viaja por las empresas a la espera de que los mil cursos hechos, dominio de veinte idiomas, carnet de primera y manejo informático de todos los programas posibles del mercado y más etcéteras, tenga la llamada de un congelador para que limpie la nave, o de una oficina para que como auxiliar contable lleve toda la gestión empresarial, etc., a precio minijob. Creer o no creer será el tema personal de cada cual en la elección.

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