Opinión

EDUCADORES

Parece que estos profesionales estén en pie de guerra por culpa de una orden de su patrona Consellería de Educación, que donde había veintiuna horas lectivas va haber 25, y eso es mucho para el cuerpo. En pie de guerra que no a pie de aulas, pues mientras hacen la protesta muchos de ellos están de fiesta, o vacacionando, que es lo mismo que lo mismo da. Y yo no sé si su indignación será como la de los 'otros', que lo estamos con la situación general, o si ellos solo lo están por la orden y mando impuesta desde la Administración que gobierna en Galicia, que aquí hacen lo que ya estaba hecho en la mayor parte de las otras Autonomías. En este caso, debieran pensar un poco más en los globales indignados que sin ningún personal privilegio levantaron la bandera contra todo lo que está instalado como privilegio excesivo de nuestra era. Y en verdad que los docentes sí son algo privilegiados, pues privilegio es contar con más de dos meses de vacaciones en verano, por no sumar descansos de Navidad o Semana Santa, sólo semana sabática completa para ellos pues los demás llamamos semana a lo que no pasa de cuatro días por esa costumbre de viciar el lenguaje hasta hacer percibir un significado diferente. Al igual que viciada está la percepción de los derechos para toda la vida por pernada de Oposición, cual sucede con los profesores de la Xunta, que parece no conllevar obligaciones puntuales en ningún momento concreto de clara oposición al acomodo, como estamos viviendo.


Que si estresa, que si el trabajo con el alumnado es muy difícil, que si resulta un esfuerzo ímprobo calificar con justicia a los examinados, que si tararí que te vi y todo lo que se quiera que argumenten como condición especial para su suerte, pero así de complicado es cualquier trabajo, profesión u oficio, y no digamos aquellos con riesgo de peligro en cuanto a la tensión que produce su puntual atención como podemos advertir en el cirujano que afronta la vida del otro cada día con sus manos, o el bombero que arriesga la suya por apagar el fuego, o la del taxista con turno nocturno expuesto continuamente al atraco con violencia para su propia integridad física. Por tanto, los docentes de nuestra época si son algo son auténticos privilegiados de nuestra sociedad, tal como alguno me lo ha manifestado a mí mismo en un arrebato de sinceridad cuando me espeta un contundente 'hay que saber elegir'.


A lo que se ve, pues, nuestros profesores de infantil, primaria y especial de hoy no son demasiado empáticos con los demás trabajadores de otros gremios que sufren momentos francamente difíciles para poder seguir ?simplemente- 'siendo', profesionalmente hablando y cobrando. ¿Qué les parece a estos sufridores mirar hoy por ejemplo hacia Xornal Hoxe? Pues pasen y vean como de un día para otro se caen a la cuneta del paro dieciocho personas, casi todas periodistas, porque el asunto se cierra. Y el asunto se cierra porque es así el mundo de la empresa y el mundo laboral de hoy, donde su única aristocracia parece estar en la clase funcionarial. Tal vez, en este caso concreto, algunos responsabilizarán también a la Xunta por falta de ayudas al galego, pero lo dirán sin reflexionar ni un minuto sobre la posibilidad de mantenerlo por ellos mismos si fueran capaces de implicarse con la compra de un ejemplar al menos cada uno, aunque fuera a la semana, que casi seguro que ni el primero. Pero no nos desviemos con casos concretos y entren en la realidad de los medios de comunicación para observar como las horas vocacionales y no vacacionales son a manos llenas para dar y tomar.


Y de vocación podemos hablar. Porque ya no se trata de que sean estos docentes de hoy aquellos maestros de escuela del siglo XIX, muertos de hambre a los que sus ganas por enseñar le robaban la sonrisa a un cuerpo de estómago apretado, ni que no reciban descansos adecuados y honorarios justos; pero que con tanto fracaso escolar como hay actualmente el único grito que pongan en el cielo y en la manifestación sea un NO a que les pasen de 21 a 25 horas lectivas su dedicación al refuerzo, apoyo y atención a los niños con dificultades, qué quieren que les diga, que, visto desde esta profesión observadora de la realidad, aparenta descorazonador el compromiso con la educación y el momento de un país (que parece que no se han enterado de que hay cinco millones de parados), y poco esperanzador los valores sociales que pueden proyectar a los pequeños. Además, ¿por qué no aplican de una puñetera vez la teoría del estado del buen ánimo de Erasmo de mirar para el mayor número de Autonomías, insisto, que ya tenían impuesto este número de horas lectivas y dejan su ombligo en paz?

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