Opinión

Percepciones

Dos meses ya


Han pasado dos meses. Dos plazos de mes en medio entre la última vez y hoy. Han pasado unas Navidades con menos compras de lo habitual; una cuesta de enero que alcanza cumbre con dato oficial de 4.300.000 y pico (que pica de carallo) de parados en nuestro mismo paralelo y meridiano. El AVE sobrevolando jornadas técnicas de propaganda, al menos la jornada de Foster&Partner, cual si fuéramos simples bocas abiertas ante la exposición de grandísimos proyectos, en Pekín, ciudad paralela a Ourense, ¡cómo no!, en ciertos parámetros comparables (extensión, población, lengua, etc); los de siempre, preguntando; los demás, callando esta boca es mía, para que no entren más moscas, o moscones. Ha pasado una cuesta electoral de presidencia, un tanto erótica, de poder, o por larga y dura.


Lo peor fueron muchas muertes amigas, ausencias perennes para el casual encuentro en nuestro Ourense; por ejemplo, tres mujeres, hijas de los cincuenta, que han comenzado a marcarnos a los de su misma generación el paso natural a la certeza mayor: Marisa Martinón, Belén Conde y Magena, que dejan viudos sin merecerlo. De la muerte saco también al último gastador de este desfile fúnebre, vistiendo mi mayor recuerdo de él como soldado en aquel Madrid de los setenta, Luis Crehuet, que nos daba copas por el morro a Calderón, Vecino y a otros amigos, desde detrás de la barra de un pub de Aurrerá, cuando estos bajos madrileños reunían toda la movida anterior a la crónica oficial posterior; Luis compaginaba el servicio militar con la militancia del servicio hostelero en aquel pub, de cuyo nom bre no me acuerdo. Y se fue en este tiempo mínimo de dos meses, también, el sensible Jaime Vázquez, vecino de la Habana, contertulio de aquella Alianza Popular fusionada con PDP, prolongada en la amistad grupal de la Habana 83, Manancho Villanueva, Padilla, Olano, Suárez..., y de cuya humanidad habla la compañía hecha un verano en su casa de la playa a unos amigos invitados que sufrían en aquel momento gran tragedia personal; Jaime empático con el dolor de los demás. Cinco personas fallecidas en estos días, que bien podrían haber pertenecido a la misma pandilla, por el hecho de edad y cercanía en la ciudad. Pero dejaría un agujero grande en mi recuerdo si no cito a la bellísima persona que se fue también en este tiempo sin darnos margen a enterarnos para acompañar en el sepelio a su querida familia, Juan Carlos Costas Rosés, tanto tiempo con la Agencia de viajes Orvi, retirado por la política o de la política, desde tiempos de director general con Luis Ortiz y Jaime Tejada, e impulsor del club Natación Pabellón, hace buena tira de años.


Menuda temporada, pues, de adioses definitivos, de caras que ya no cruzarán más nuestra mirada en la calle ourensana. Dos meses para este recomienzo, donde ha pasado de todo, y, sobre todo, mucha agua de lluvia ¿quién hablaba de una España desértica?, tanta que paseando por Trelle ves claramente la tierra ahíta de ella, charcas continuas; te das cuenta de que en el clima como en la vida el equilibrio es virtud.


Dejando atrás esta cuesta empezamos febrero con dudas pero con ritmo y mentalidad brasileira, pues ya se anuncian, se atisban, los carnavales, que nos harán pasar por el sueño de creer que somos lo que no somos y reír en lugar de estar tristes. No obstante, insiste febrero con nota necrológica de extenso tablón de realidad, pues hoy han puesto la esquela en la puerta de un histórico local que nos vio nacer y crecer; la defunción toca a la Ibense y al mejor helado mantecado del mundo. ¿Quién, con cincuenta años para arriba, no recuerda comprar a dos reales el cucurucho? ¿Quién no, cruzar desde el Parque para repostar en verano el suculento placer de saborear ese mantecado hablado, o simple corte, o refrescante polo? ¿Dónde tomaremos batidos igual? Una tragedia. Si es que no aguanta nada de lo importante, de eso que hace verdaderamente ciudad, y ciudad singular a Ourense. Porque tanto o más que la cultura oficial, con sus salones para hacerla bailar, es la cultura callejera, la reunión en centros de café donde la conversación se explaya sin jefes ni subvenciones, donde el encuentro se establece de igual a igual por mor del interés único de aprender del otro, o discutir la razón diferente como planteamiento que ayude a descubrir la verdad; simplemente y nada menos. Con el cierre de la Ibense, no queda ni un café para tomarse en el tramo del Paseo que va del Parque de San Lázaro a la calle Concordia. Mismo tramo donde estuvo La Bilbaína, a quien traigo en este momento reivindicativo para significar más la diferencia entre habitar o cruzar una calle tan importante como ésta. Ningún café para asomarse por la ventana a escrutar quién pasa, con quién pasea, dónde esperar la cita hecha, etc. Por ello, si algún día el edificio del Banco de España alberga un uso artístico o cultural para Ourense (dudo casi tanto como Freixedo), pido un Café en él para fijar población a este centro neurálgico de la ciudad, que no debiera ser sólo de paso.


Y por hoy ya está bien, les saludo con gozo, deseando me saluden ustedes del mismo modo, que me imagino para algunos será misión imposible, ¡qué le vamos a hacer!

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