Opinión

¿PERDIDOS?

Yo no sé si usted anda como yo, y como usted y yo pueda andar hoy la mayoría de los españoles, ¡perdidos! como dice con tan mala leche chauvinista el periódico francés Libération, pero la verdad es que no está difícil ello, el perderse, de tantas voltas y reviravoltas que nos da este galimatías político, económico y social actual. Eso sí, a veces, incluso, está bien perderse un poco, porque el camino a seguir todos los días se hace tedioso, pero de ahí a estar más perdidos que los de la serie televisiva de la isla, dentro de un espacio y momento lleno de amenazas, pues va a ser que no, que mucho mejor saber a dónde ir, ver alguna luz en el camino a seguir. Claro que para ello, además de tener que buscar la mejor salida sin engaños ni bombillas fundidas, la lógica debe estar en su sitio y no tirada por los suelos como está la mía de tan deprimida que anda. Porque mi lógica no entiende lo que pasa a su alrededor. Antes, mi capacidad de razonar peleaba con el papel existencial de la vida, mi ser, ¿quién soy?, etcétera. Y, por supuesto, me perdía, pero al menos comprendía algo a los demás que juegan esta misma lotería de la vida. Desde hace un tiempo, no. Más perdida que mi prima, la de todos, esa prima de moda y puta loca, loca, loca, que no sabe ni de quién depende, anda mi pobre lógica.


Y es que suceden de continuo cosas que por más que lo intento no llego a comprenderlas. No entiendo, por ejemplo, que el que la hizo no la pague; no, qué digo, no entiendo que no solo no la pague sino que, además, se ofrezca como remedio y solución al problema que él mismo creó, y léanse todos los implicados responsables en la dirección de este país que navega entre aguas turbulentas por mor de tanta mierda sin depurar. No comprendo tampoco como un octogenario se presenta ante una comisión del Congreso del país para decir nada, o solo decir cantos obscenos por laudatorios sobre sí mismo y que a pesar de haber sido el presidente con más poder en plaza de una Caja que haya visto nadie en cincuenta años a la redonda, ahora que ese poder cayó dentro de su caja mágica por pendiente abajo y malos frenos, él no, él ?dice- no sabía ni era nadie más que simple miembro más de un Consejo; que no apañó nada en su retirada porque, me imagino, lo llevaba todo puesto en su remuneración anterior y plan de pensiones ¿o no?; pues bien, no comprendo cómo aguanta la vergüenza tal comportamiento. No comprendo cómo no se re-cortan un poco los dirigentes sindicales que piden referéndum para otros y sus recortes, a tan solo seis meses de haber obtenido la mayoría en un proceso electoral (que, dicho sea de paso habría que reformar bastante), sin predicar con el ejemplo y comenzar por sí mismos, pues llevan los últimos veinte años de democracia disfrutando precisamente de que no haya referéndum sobre su propio mantenimiento económico en base a las pérfidas subvenciones del Estado. Tampoco sé cómo se puede tener la cara de pedir pacto fiscal para recaudar impuestos estatales, y hacer después la cuenta de la vieja como lo hacen otras, quien está al frente de una Comunidad al rescate por tanta deuda acumulada de mala administración y gasto identitario desproporcionado, entre otros tantos por ciento siempre callados ¿verdad Maragall? No comprendo que en una medida propuesta que el conjunto del pueblo pide a gritos, como es acabar con tanto político chupóctero, cuando comienza la cuenta de la posible reducción de la representación en el Parlamento gallego, salga un o una Adán portavoz del Bloque para oponerse a ello en base al criterio de que la medida supone merma democrática por una menor representatividad; pero ¿es que Adán no escucha a la gente del pueblo?, ¿no escucha que muchos estamos hartos de que sean tantos los que se hayan integrado en el negocio de la política?, ¿pero es que es la única que no sabe que este lógico recorte puede suponer un ahorro de dieciséis millones de eurazos en una legislatura?; pues, que lo sepa, que más vale pocos y mejores que muchos y tan malos. Tampoco comprendo ampliaciones de aeropuertos como el de Peinador, cuya noticia leo al lado de otra que nos informa sobre el récord de viajeros que bate el vecino aeropuerto Sa Carneiro de Oporto; ni comprendo el gasto de la estación ferroviaria de Vigo cuando el AVE que la justificaría no llegará directamente de momento sino por el mismo Peinador que decía antes.


En fin, llego a término de la hoja aunque no de las cosas, grandes o pequeñas, que podría enumerar que he leído, visto o escuchado esta semana y que no entiendo. Pero quizás, al final, sepa una con certeza, que tal como anda la cosa, tanta incomprensión es lógica y entienda perfectamente; por lo que voy a recuperar algo mi lógica y dejar de hacer tanto el pino con la cabeza abajo.

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