Opinión

LA TELA DE ARAÑA

Debe ser por la crisis, pero da la sensación de que se ha instalado en la sociedad en que vivimos la paranoia de que es necesario atacar a alguien o disparar a algo. Seguramente algunas de las cosas que nos ocurren son lógicas después de constatar que no somos tan ricos como creimos durante un tiempo, tampoco nos respetan lo que intuíamos y ni siquiera nos temen lo más mínimo. Argentina ha venido a poner negro sobre blanco que somos vulnerables -ya intuirá que este somos es meramente retórico, puesto que aunque Hacienda somos todos, Repsol, no- al anunciar la incautación de la petrolera española. Al margen de que jurídicamente haya sido una chapuza, propia por otra parte del populismo gubernamental argentino -en el que siempre pesan más los objetivos inconfesables que el bienestar del pueblo-, tan nocivo para la ciudadanía, al margen de la falcatruada, decía, constituye una humillación a esa especie de grandeur en la que nos sentíamos instalados.


Lo dicho, dispara Argentina, dispara Angela Merkel y Alemania, Sarkozy... Dispara Froilanciño -aunque éste en sus propias carnes, pobre, y dicho así porque es un poco nuestro- y su abuelo se lanza a la caza de elefantes. ¡Hombre, a dónde vamos a parar! ¿Cómo se le habrá ocurrido al Rey semejante hobby? Con lo cruel que resulta matar dumbitos, como dice Martí Maqueda.


Pero un imprevisto accidente hizo que a don Juan Carlos le saliese el tiro por la culata y de cazador de tan simpática fauna del África tropical, pasó al punto de mira de todos los cazadores de ética en España, que es como decir de la mayor parte de la ciudadanía. Existe alto nivel de consenso sobre que al monarca se le deben varios favores importantes que justifican su reinado, pero esas acciones no pueden ser eternos atlantes para sostenerle en el trono ni tapar devaneos tan impropios como los que han trascendido en las últimas fechas.


Como no tome nota o se la hagan tomar quienes le rodean, escuchará más pronto que tarde aquello de ¡váyase señor Borbón! Evidentemente, no será Aznar quien se lo espete, pero sí amplios sectores sociales y políticos, incluidos los hasta que ahora mantuvieron una defensa cerrada de la monarquía y del juancarlismo.


Habría que preguntarse si en vez de cazar elefantes no sería mejor que reuniese a los nietos más pequeños y se entretuviesen todos cantando aquello de un elefante se balanceaba en la tela de una araña... hasta llegar a cien elefantes o mil... Dicho todo lo anterior, la asunción del error, la petición de perdón y el propósito de enmienda redimen en buena medida al autor de la acción y suponen un deseo de reconciliación con los críticos, aunque no tapa lo sucedido.




abejas


Manteniendo la metáfora de los disparos, hay que decir que la mayor parte de la cabaña apícola gallega está en peligro si sigue adelante la pretensión de fumigar los eucaliptos desde el aire con un insecticida tóxico para estos animales, que estará prohibido en Europa a partir de agosto.


La iniciativa supondrá una cacería mayúscula que llevará aparejado un daño irreparable al equilibrio del ecosistema gallego, en el que las abejas juegan un papel fundamental para la supervivencia, incluidas personas y animales, mucho más allá de la apreciada y benéfica miel que producen.


Ahora mismo hay en marcha una campaña urgente para que los promotores (fabricantes de pasta de papel), recapaciten y busquen otros productos que acaben con la plaga que sufren los eucaliptales, sin necesidad de llevarse por delante las abejas. Al fin y al cabo, qué han hecho ellas, como los elefantes, para recibir tan cruel castigo.

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