Opinión

La iglesia mozárabe de Santa María de Vilanova

Este 2023 se cumplen 100 años de la declaración como Monumento Nacional de la capilla de San Miguel de Celanova, un título que vino a refrendar el reconocimiento del que siempre gozó esta joya única. Junto a ella pasaron a engrosar la misma lista los monasterios de Oseira y Ribas de Sil, a instancia de la Comisión de Monumentos de Ourense.

Este pequeño oratorio, construido en el dextro del monasterio de San Rosendo, es un vestigio destacado del arte prerrománico del siglo X en el que se combinan, de forma magistral, la tradición visigoda con soluciones constructivas árabes. La capilla de San Miguel contaba con una iglesia “hermana”, construida en la misma época en la vecina Vilanova das Infantas que, por desgracia, no se ha conservado. El templo de Santa María de Vilanova se derrumbó allá por el año 1880 y las ruinas, vendidas en pública subasta, fueron compradas, años después, por el alcalde de la villa, Darío Gómez Enríquez, quien aprovechó los restos en la construcción de su casa frente al santuario de la Virgen del Cristal.

Los testimonios de aquellos que consiguieron ver lo que quedaba en pie, antes de su completa ruina, y lo poco que se conserva en el Museo de Ourense, apenas un capitel y un modillón de lóbulos (como los del alero de San Miguel), nos permiten hacernos una idea de la importancia de este antiguo monasterio, cuya historia se pierde en la bruma de los siglos.

En Vilanova tenían una vivienda los condes Gutier e Ilduara, padres de San Rosendo. En un documento fechado en el año 916 y copiado en el Tumbo de Celanova, el conde Gutier, al hacer partición de bienes gananciales con su esposa, dona a ésta la “porción íntegra” de cuanto tiene en “Villa Nova”: “Sive dono tibi in Villa Nova meam portionem ab integrum quantum me in ea competet cum ómnibus prestationes suis”. Allí, fundará Ilduara un monasterio para mujeres, en el cual la tradición sitúa profesando a la condesa y a su hija. Sin embargo, la sombra de Celanova nos impide arrojar más luz.

En otro documento del Tumbo se recoge el testamento de Odoyno, un monje disoluto que llegó a poseer el monasterio de Santa Comba de Bande. Una vez arrepentido de sus pecados, Odoyno arremete contra las monjas del monasterio de Vilanova para negarles el usufructo de sus propiedades que antes había consentido, dejando claro que dejaba todos sus bienes en exclusiva para los monjes de Celanova: “quam vobis non dedi neque do neque dare volo, quia ad Cellamnovam do et me et omnia mea simul”.

El erudito coruñés Ángel del Castillo que tanto interés mostró por averiguar la forma y estructura de la iglesia mozárabe de Vilanova nos transmite que contaba con una planta de una nave y una pequeña capilla similar a la de San Miguel (“cuadrada por fuera y redonda por dentro”) con arcos de herradura. Los muros eran de piedra labrada al exterior y de ladrillo al interior. Uno de sus informantes recordaba a un tal Sr. Hermida, empleado de Hacienda en Ourense, que venía con frecuencia a hacer dibujos de la iglesia y se llevó alguna piedra del púlpito. ¿Aparecerán algún día esos dibujos?

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