Opinión

GOODBYE, ESPERANZA

Se va Esperanza Aguirre y con ella el PP pierde a una de sus personalidades más destacadas. Siempre controvertida, adorada por unos, denostada por otros, indiferente para muy pocos, ha sido una auténtica revelación y la primera en muchas cosas: la senadora más votada de la democracia, la primera mujer que presidió la Cámara Alta, la primera presidenta electa de una comunidad autónoma y, por descontado, la primera que nunca calló lo que pensaba.


Sus adversarios la han tachado de populista y han vertido sobre ella esas acusaciones que habitualmente se cruzan los políticos. Y los propios, los que se decían sus compañeros, la han dejado sola en más de una ocasión, enfrentada al escrutinio de la opinión pública y a los flashes de la actualidad. Pero, a pesar de eso y de tantas cosas, Esperanza Aguirre nunca dejó de ser ella misma ni de defender sus convicciones. Coherente con sus ideas, consecuente con sus actos, ha sido la mejor adalid del pensamiento liberal con el que se inició en política y al que ha sabido ser fiel hasta que esta semana ha puesto punto, ya se verá si final o si seguido, a su carrera política.


Esperanza ha sido el verso suelto que necesitan todos los partidos, el contrapunto al asentimiento general, una de esas voces críticas que se resisten a sucumbir ante la presión del aparato y la triste 'ley de hierro' que enunciara Michels. Esperanza era la condesa que compraba en Zara, la presidenta que comparecía en calcetines, la ministra de Cultura que confundía al desaparecido Saramago con una tal Sara Mago... Pero, más allá de eso, era la dama de hierro de la democracia española, la que nunca traicionó su ideario ni se amilanó ante una contienda.


Dice que se va para disfrutar, con todo merecimiento, de su familia. Si es cierto, eso la honra porque demuestra que sabe anteponer las pequeñas grandes cosas de la vida a la vacuidad del poder que un día se desvanece. Aunque en su decisión también habrá pesado la enfermedad que la aquejó recientemente, ese cáncer que sorteó a pesar de lo apretado de su agenda. Pero también puede que se marche algo decepcionada y que sea, en esto como en tantas cosas, la primera. Ha dicho un adiós del que, como escribió su tío Jaime Gil de Biedma en 'Happy Ending', 'sólo el azar nos dirá si es definitivo'.

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