Opinión

EN NUESTRAS MANOS

Se suele decir que la culpa es huérfana, aunque hablaríamos con más propiedad si dijésemos que siempre es hija de los otros. Pero, en el fondo, esa pretendida orfandad y esa discutida filiación nos demuestran lo mismo: que con demasiada frecuencia rehuimos la responsabilidad de nuestros propios actos. O, lo que es lo mismo, que a menudo escurrimos el bulto y nos procuramos excusas que no dejan de ser, como dijera el santo, 'razonadas sinrazones'.


A la necesidad de responder de nuestros actos se refirió Viktor Frankl cuando propuso que la Estatua de la Libertad, sita en la costa este de los Estados Unidos, se complementase con la Estatua de la Responsabilidad en la costa oeste. La sugerencia, que podríamos juzgar caprichosa e irrealizable, nos recuerda que libertad y responsabilidad siempre van de la mano. Por eso está de más el decir 'yo no he sido' o 'que le pidan cuentas al otro'.


Escribo esto pensando en las circunstancias que atravesamos y en lo sencillo que resulta pretextar que si las cosas nos van mal es por culpa del gobierno o de la oposición o de todos los políticos que han sido y que son o, ya puestos, por culpa del vecino del octavo derecha. Puestos a buscar motivos, siempre encontraremos un 'es que': es que ocurre esto o es que ocurre lo otro. Y, como decía un maestro al que recuerdo a menudo, 'los esques dan asco'.


Nunca quise desafiar a ese maestro, pero una vez leí que un joven quiso probar al suyo. Para ello, tomó un pájaro en su puño pensando: 'Le preguntaré si el pájaro está vivo o muerto. Si dice vivo, apretaré la mano y lo dejaré caer muerto al suelo. Si dice muerto, abriré la mano y el pájaro saldrá volando'. Cuando llegó a casa de su maestro, el joven formuló su pregunta y el maestro le respondió: 'Sea como sea, la respuesta está en tu mano'.


En el fondo, todavía queda gente que sabe que la respuesta está en su mano: gente que sonríe a pesar de todo, que afronta la vida con un razonable optimismo, que desempeña su cometido profesional con diligencia o que se arriesga y emprende a pesar de que el viento sople en contra. Gente que nos demuestra que no todo está decidido, que la partida no está perdida y que hay oportunidades incluso allí donde muchos ven amenazas. Gente, en suma, que asume su responsabilidad y que sabe que, como escribiera Goethe, 'el único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada'.

Te puede interesar