Como en tantas otras ocasiones han tenido venir de fuera a decirnos lo que ya sabíamos: que la educación en nuestro país deja mucho que desear. Los resultados del Informe Pisa 2006 son, en este sentido, demoledores. Así, este programa de evaluación internacional de los alumnos de quince años de la OCDE confirma una posición más que mediocre de España en relación a los demás países desarrollados. Nuestros estudiantes se encuentran por debajo de la media internacional en aspectos claves para su desarrollo futuro como la comprensión lectora y las matemáticas.
Si ya de por sí estos datos son poco esperanzadores, todavía es peor si realizamos una comparación con el anterior Informe (el del año 2003) y observamos como la tendencia es a peor. Es decir, no mejoramos con respecto a nuestros últimos datos y, por tanto, nos separamos de la media de los países desarrollados que se constituyen como referencia.
El problema de la educación en España es algo que viene de lejos. En mi opinión se trata de un problema político, o mejor dicho, de un problema de los políticos que no son capaces de entender (o no lo quieren) que éste es un auténtico asunto de Estado. Si fuera entendido como tal, sería necesario un amplio consenso sobre cualquier reforma que se realizase en esta materia. Todo lo contrario, aquí el gobierno de turno nos sorprende con su Ley de Educación que proclama que va a solucionar las deficiencias, cada vez mayores, de la educación española. ¿Cuál es el resultado? Pues este Informe Pisa nos lo muestra claramente. Debería caérseles la cara de vergüenza a todos los responsables políticos que, con sus reformas parciales y sin apoyo suficiente, están consiguiendo hacer de la educación algo partidista, cuando tendría que ser justamente todo lo contrario.
