Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno ha sido un conjunto de actuaciones de carácter económico contra la desaceleración de la economía. No seré yo quien entre en la discusión política de si es desaceleración o es crisis, si bien lo que a nadie se le escapa es que tocan épocas de vacas flacas.
Históricamente, estas políticas han traído efectos variados porque no debe olvidarse que un componente fundamental en el engranaje económico de un país son las expectativas. Así, si éstas son negativas, condicionan en buena medida el funcionamiento de los agentes económicos que son el pilar sobre el que, precisamente, reside el desarrollo de un país. Algo difícil de explicar en pocas líneas pero de lo que se cuenta con ejemplos recientes.
Del grupo de medidas adoptadas, lo primero que se debe señalar es que, como siempre, no contemplan al gran ausente en la política española reciente: el ahorro. Parece mentira que los responsables se olviden de lo que estudiaron en cuanto a la relevancia de esta magnitud.
Dicho esto, aparece una apuesta que arroja muchas interrogantes como es la ampliación gratuita del plazo de hipoteca. Por mucho que he intentado comprender las explicaciones, reconozco que no lo consigo. Más aún, considero que este proceder supondrá un desahogo de las economías familiares en el corto plazo para, posteriormente, hacerles endeudarse más. Piénsese además que las perspectivas no son halagüeñas puesto que los tipos de interés y los precios van como van y, en definitiva, será mucho más caro, agrabando el problema de fondo.
Aparece una apuesta que arroja interrogantes como la ampliación gratuita del plazo de hipoteca Además, era el propio ministro de Economía quien hace poco más de un año expresaba su preocupación (compartida por el Banco de España) por las hipotecas de larga duración. ¿Qué le ha hecho cambiar de parecer?
