Opinión

Las rotondas del Puente

La construcción de las dos nuevas rotondas en el Puente constituye un claro ejemplo de obra pública que suscita un claro consenso. En este país donde tan difícil es conseguir acuerdos, nos encontramos con que todo el mundo sin excepciones se pregunta sobre la utilidad (y el motivo) para esta actuación.


Esta dos ’flamantes’ plazas no sólo no han conseguido arreglar los problemas existentes en la entrada-salida del Puente Novísimo sino que, lo que parecía imposible, los han agravado. Se trata de una obra carente de sentido de la cual todos los aspectos han salido perjudicados. Resulta especialmente grave la situación de la más pequeña, la pegada al Puente, porque el constante cuello de botella que forma incrementa de forma notable la inseguridad vial. Además, tampoco se ha favorecido al sufrido peatón a quien se la hace más incómodo (y peligroso) transitar por esta zona. ¡Y luego hablan de humanizar la ciudad! Igualmente no he conseguido saber si esta actuación está ya terminada porque resultaría de muy difícil explicación que no se pintara la zona central de las mismas para dar por lo menos alguna idea de por donde ir. ¿O acaso no lo hacen porque resulta que por ahí no caben dos vehículos al tiempo?... En fin, todo un sinsentido de lo que alguien pensó como una brillante idea.


Por si sirve de utilidad, y no se tiene a bien una actuación adecuada, quisiera recordar que el beneficio de este tipo de rotondas urbanas descansa principalmente en la eliminación de los problemas ocasionados por los semáforos. Esto no ocurre aquí, puesto que éstos ni siquiera se han eliminado. Así pues, contemplamos la más nefasta combinación: rotondas embudos, semáforos entorpecedores e imposibles carriles sinuosos. Menos mal que entre la mayoría de los conductores sigue imperando el sentido común y la prudencia que si no tendríamos más de un disgusto.

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