Opinión

Barroco en estado puro

Por desgracia es habitual que las personas emitamos juicios sin realmente reflexionar sobre nuestras palabras, y que lo expresado tenga consecuencias desmedidas. Pues bien, sobre la obra de Vivaldi se han emitido muchos juicios y no siempre acertados, que han supuesto cierta condena para el compositor veneciano. Y ¡cómo no! La obra más célebre ha sido la más castigada. Sí, me refiero a Le Quattro Stagioni, que ha visto cómo su popularidad haya supuesto que se programe poco en la salas de concierto y se mire de soslayo a quien afirme gustarle como si fuese una obra menor, de escaso interés. Sin embargo, nada más lejos  de la realidad. Las cuatro estaciones, tal y como afirma el gran estudioso vivaldiano Pablo Queipo de Llano, “son un soberbio, extraordinario capolavoro que… constituye la cumbre insuperada de la música programática del Settecento". El llamado Prete Rosso (a Vivaldi le apodaban así por ser cura y pelirrojo) no sólo fue un incansable compositor –como he indicado, compuso más de 500 conciertos, sobre todo para violín, siendo él un virtuosos de este instrumento-  además de la figura clave en lo que supuso la renovación del lenguaje musical barroco, y el padre de la música programática que tendría tanto éxito en el romanticismo (basta con recordar una de las obras más destacadas de Beethoven, su sinfonía número 6), y que este veneciano encumbró con sus Quattro Stagioni en las que a través de la música representa la primavera, el verano, el otoño y el invierno. De la combinación de la maestría al violín, de su ingenio para idear la música programática, y de una capacidad para generar melodías surgen estas cuatro piezas que podremos escuchar en el ciclo Enclave de Cámara esta tarde, a las 20,30, en el Principal de la mano del Ensemble Praeteritum que liderado por el violinista Pablo Suárez. Será una interpretación distinta a lo que estamos acostumbrados ya que el Ensemble Praeteritum nos presentan una versión senza fine, es decir en la que los cuatro conciertos estarán ligados por las cadencias compuestas e interpretadas por Pablo Suárez al más puro estilo barroco; una hora de maravillosa música sin interrupción.

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