Opinión

DEL BAÚL DE MIS RECUERDOS

No sé quien ha dicho que el teatro ha de ser 'un espejo de la vida'. En el teatro siempre hay una actriz que decía en un momento dado: 'No sé si reír o llorar'.


¡Pero si está demostrado que llorar es más divertido! Abramos nuestro álbum de recuerdos. Fueron los años del 'quiero y no puedo'. Todo era querer ser más, querer parecer más.


A las mujeres se les aconsejaba que cuidasen de la lozanía de su cutis o de la esbeltez de su cintura, por aquello de 'mens sana in corpore sano'.


Y a los sones de un pasodoble nos hemos arrancado todos los mozos españoles en las fiestas de pueblo -no hay que olvidar que el español siempre es de pueblo- para coger a una mujer por la cintura al ritmo de 'España cañí' o 'Marcial, tú eres el más grande'.


El español le pone por primera vez las manos en la cintura a una mujer: 'Marcial, tú eres el más grande, por ti es toda la afición; si tú te retiras, perderá la fiesta toda la emoción'.


Es un abrazo en presencia del público que lleva la cesta.


Todos nos hemos destetado musicalmente con un pasodoble. Pero con el tiempo traicionamos el pasodoble. Ahora la juventud baila ritmos de Sao Paulo, de Liverpool, el baile del caballo. La juventud se ha deshispanizado. Ha traicionado el pasodoble.


Con el tiempo hemos evolucionado. Si antes era moda fingir tiquis miquis, ahora es moda fingir campechanería:


-¿Qué pasa, tío?-saludo que a las primeras de cambio te suelte un desconocido.


¿Cuándo vamos a saber cómo hay que tratar a un desconocido, y como tenemos que tratar a nuestra tía?


Y es que el mundo que nos ha tocado vivir se parece al mar, me refiero a la educación que también ocupa las tres cuartas partes del planeta tierra -me refiero, naturalmente, a la mala educación-. Y, además, cada día va creciendo.


Antes, la gente, no conocía la prisa, y si la conocía, no la saludaba.

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