Recordemos el pasaje de la Biblia que habla del hijo que se va de casa, el pasaje del hijo pródigo. Si tuviera que volverse a escribir hoy día, se redactaría así:
-¡Papá, mamá! ¡He vuelto a casa! ¡Vuestro hijo ha regresado al redil!
-Pues, anda hijo -le diría su padre- vuelve al rebaño que con esta crisis que estamos padeciendo en el país, la ternera, la merluza, el jamón, la luz, la gasolina, están por las nubes.
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¿Por qué los toreros no nombran como su patrón a San Pedro? Sólo tenemos que recapacitar un poco, vamos a ver:
San Pedro cortó oreja, recibió dos avisos, se lo había anunciado Jesucristo: 'Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces'. Y, por último, alternó con La Verónica.
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Dejemos la Biblia y pasemos a otras confidencias.
En la India hay un sultán que tiene 55 esposas y 16 elefantes blancos. Y yo me pregunto, ¿para qué querrá 16 elefantes blancos?
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Los hombres, vistos de lejos, inspiramos algún interés; pero, de cerca, lo perdemos. Con las mujeres ocurre todo lo contrario, ya que adquieren toda su importancia cuanto más cerca las tenemos.
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¡Ay, las mujeres! Qué parecidas son a los gatos. Uno los llama y no vienen y, en cambio, si no se las llama... acuden.
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¿Saben cuál es el colmo del electricista? Tener una chaqueta llena de lámparas, que su mujer se llame Luz y que la suegra le siga la corriente.
¿El de un jorobado? Que estudie Derecho.