Ustedes saben que las coronas de entierros cuentan con una serie de frases hechas, que lucen como leyenda: “Tus parientes que no te olvidan”, y no se las saca de ahí.
Yo, siempre en vanguardia de la ruptura con viejos moldes, propugno que se abandone tan trillado camino, y pido que cada corona lleve una leyenda justa a la personalidad de a quien va dedicada. Así debe decir:
La del señor vulgar: “No somos nadie”.
La del jefe cruel: “¡Ya has caído!
La del señor riquísimo: “¡Esto no es un Rolls!, ¿eh?”
La del señor que nos obstruía el escalafón: “¡Ya era hora!”
La de la señora estupenda: “De tus admiradores, ¡que lamentan no ser gusanos!
La del temible jefe: “El que ríe el último…”
La del tío rico: “¡Por fin! Tus sobrinos agradecidos”
La del casero: “Tienes un nicho de renta limitada”.
La del abusón: “¿Y ahora qué?”